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Tengo mucho sueño. Me fui a dormir que ya clareaba y me he despertado que ya oscurecía, pero no me importa: total, el día es eso que queda entre noche y noche, ¿no? La Asociación de Bares Nocturnos de mi ciudad ha emitido un comunicado solicitándole a mi jefe que me dé vacaciones indefinidas, mientras la Asociación de Hígados del dEsoRdeN ha contraatacado exigiendo que me amplíen la jornada laboral a 23 horas y media diarias 7 días a la semana y así poder tener un respiro. Como hablábamos anoche, en muchos sentidos seguimos comportándonos como hace 15 años, en un eterno síndrome de Peter Punk que tiene tanto o tan poco sentido como los cánones de la vida estándard. El mundo no deja de ser un enorme almacén de almas en pena que van por la vida llevándolo lo mejor que pueden. Con sus penas y sus alegrías. Sus triunfos y sus frustraciones. Y yo me siento vivo de noche, cuando caen las máscaras y se cambian por antifaces. Y entran en escena actores y actrices que no acabas de saber de dónde salen, y probablemente no los volverás a ver jamás; pero ahí están, dando lugar a una comedia de enredos real y maravillosamente caótica: intercambiando diálogos surrealistas, apareciendo y desapareciendo sin ton ni son, perdiendo carteras, vendiéndote motos sobre bandas anónimas, buscando empatías espirituales y/o carnales, o publicitándote la obertura de nuevos bares que lo petarán (qué grande, el Kameni del Sidecar!). Y la noche también da para descubrir un bar grunge (va a volver muy pronto, aviso para navegantes...), para diseñar nuevos negocios pioneros y revolucionarios, para caminar bajo la lluvia... una maravilla.

Y por fin ví la peli de Spike Jonze, y continuando con lo que decía, me dí cuenta que sigo teniendo bastante de Max. La vida real aburre, y hay que ser algo salvaje y fantasioso para seguir vivo por dentro. Por eso no entiendo a alguno de mis amigos y las extrañas relaciones que les hacen variar sus pautas de comportamiento. En cierta manera, sometidos a las exigencias de alguien que vive en un mundo paralelo y que les aleja del que hasta hace poco era el nuestro común. Me da rabia y pena por igual. Y no entiendo el coitus interruptus del sábado noche, cuando al salir del Fantástico, y en el punto nocturno perfecto, decidieron ceder ante el ninja que mata sin piedad tantas y tantas noches prometedoras. El ninja que asesina noches puede adoptar 1000 formas distintas y suele ser bastante infalible. Puede aparecer en forma de novio/novia aguafiestas, de tormenta, de discusión, de obligaciones laborales... sólo se puede contrarrestar con voluntad, con tesón, incluso con tozudez, pero esas cualidades no son fáciles siempre de mantener. Y normalmente uno solo no es suficiente para luchar contra el ninja, y quizás hasta me deje sin plan en Fin de Año. Es un auténtico cabrón, el maldito ninja...