dimecres, 20 d’abril del 2016

NeRViOs & viNiLoS




Un virus estomacal se ha enamorado de mi desde hace justo una semana. Lo siento dentro de mi. Lo llevo conmigo a todas partes. Somos inseparables. Esto debe ser lo que llaman amor, sin duda. Por suerte, parece que han pasado los síntomas de sentirte como si te hubiera pasado por encima un tranvía. Pero supongo que el súper estrés de las últimas semanas no ayuda a regular el organismo, y me han vuelto conatos de mareos y arcadas súper agradables, como los de hace un par de años. Tengo que frenar. Ya he decidido que voy a dejar algunas cosas. Necesito aire. Tiempo libre para respirar y dedicarme al gran placer de no tener nada que hacer. Y a mi gran afición de improvisar. Debería aprender a tomarme las cosas con más calma. Pero no puedo. Cuando me meto en algo, me aboco de lleno. Cosas de un obsesivo compulsivo, supongo. A 200 hasta que me aburro, o me agobio. Y lo dejo, y busco otra cosa que me estimule y/o me excite. Y así en bucle. Con las personas me pasa lo mismo. Por eso me cuesta imaginar vivir toda la vida junto a una única persona. Las personas son un poco como los discos. Siempre necesito más; nuevos, y variados. Uno en función de cada momento. Sí, siempre hay discos fetiche que van a estar ahí forever and ever. Y aunque puedas no escucharlos durante un tiempo, siempre acaban volviendo. Y vuelven a lucir, atemporales, eternos. En toda su grandeza, o incluso enseñando nuevos matices. Es increíble. Mágico, casi religioso. Pero la necesidad de descubrir nuevas canciones, sonidos, voces, texturas... siempre va a estar ahí. Explotar mi gran pasión de otra manera está siendo realmente divertido, aunque también contribuya a lo que hablaba al principio. El equilibrio es imposible, que decía aquél. Y lo que también es imposible es que mi amada PJ Harvey haga un mal disco. Tras escuchar en bucle su nuevo 'The Hope Six Demolition Project' desde el pasado jueves, corroboro que gana cuanto más lo escuchas, y estoy convencido que al final del año va a estar en todas las listas de los mejores discos de 2016. Cosa que me importa bien poco, aunque no deje de sentirme orgulloso cada vez que leo, veo, escucho elogios hacia ella. Es como si fuera parte de la familia, y todo lo bueno que le pase, me haga feliz también a mi. El cerebro humano y sus rarezas...



dimarts, 12 d’abril del 2016

tO bRiNg TheM My LoVe




Sigo con esta sensación de hámster que rueda y rueda, atrapado en su jaula. Cosas que hacer; siempre cosas que hacer. Tareas pendientes; textos por escribir; mails que enviar; marrones que solucionar; comida que comprar; lavadoras que poner... todo a velocidad de vértigo, sin tiempo de respirar; sin pausa ni poder pensar... las semanas pasan a toda hostia, y nunca consigo ese hueco para poder escapar a mirarme unas bambas, ni para el nuevo (y necesario) somier, ni para cambiar la enredadera que se cae del tiesto pequeño por el peso, ni para mirarme los borradores de la renta que me pidió mi padre, ni para empezar a pensar a dónde narices voy este año de vacaciones, ni para comprobar si me ha tocado algo en los Euromillones que hice hace semanas... no sé el qué, pero tengo que dejar alguna de las 1000 colaboraciones que hago, y aprender a decir NO a las otras 1000 que me proponen. Si el tiempo no se paga con dinero, imagina el valor de todo el que le dedicas a cosas por la patilla...

...y quizás sea por el estrés, pero también he tenido días algo tontos. O quizás sea por el agobio que me provocan las relaciones con mujeres que parecen querer más de lo que quiero yo. Y si encima se junta más de una a la vez, pues ya ni te cuento. Parece que me incomode sentirme querido o que me presten demasiada atención, y que inconscientemente saque una coraza de hielo cuando alguna me muestra exceso de cariño. Quizás sea algún trauma interiorizado por antiguos rechazos de chicas por las que sentía más que simple deseo carnal. Mientras siento que ambos jugamos a lo mismo, ningún problema. Pero cuando la relación parece desequilibrarse, y yo quiero jugar a tenis y ella a rugby, el encanto y la excitación se van a la mierda, y me distancio. No se puede jugar a tenis con pelota de rugby, es obvio, por mucho que algunas no lo quieran asumir. Y mi predisposición a cambiar de juego es escasa, por no decir nula. Mi libertad no la subasto a cualquier precio, y sigo sin conocer a nadie que me lo ponga todo 'de cap per avall'. Bueno, sí, pero mi novia que saca disco el viernes está algo liada ahora to bring me her love...



diumenge, 10 d’abril del 2016

OdiO (cAPítuLo 1.894)




Estoy haciendo tiempo para digerir la pizza antes de irme a dormir. Suelo hacerme pizza los sábados por la noche, por comodidad y para no hacer ruido con cacharros, extractor y demás logística de cocina. Intento regirme siempre por el sentido común, que es justo lo que les falta a los vecinos mongolos del piso de estudiantes que tengo en el edificio colindante. Me ponen ultraviolento con su falta de respeto y su maldito egoísmo. Mira que odio cosas en el mundo, pero el egoísmo incívico estaría en la parte alta de mi Top de odios. No me entra en la cabeza tanta subnormalidad. Y estoy harto de que cada viernes y sábado no me dejen dormir. Harto de las putas dictaduras de las mayorías. Harto de respetar a todo el mundo entre semana, y de que nadie me respete a mi por el simple hecho de tener un horario diferente al de la mayoría. Harto de que la gente se crea que un piso en mitad de una ciudad es una sala de fiestas, y de que le den por culo a los vecinos y a sus circunstancias. Como las palabras educadas no sirvieron de nada, pasé al terreno de los gritos y al tono cabreado. Como eso tampoco sirvió de mucho, una noche llegué a llamar a la urbana. Pero da igual. Impunidad absoluta. La tentación de reventarles el vidrio de la cocina es muy grande, pero la descarga de rabia puntual todavía acabaría implicándome problemas a mi, por mucho que se lo merezcan. Siempre quedaría la opción de empotrarles un huevo contra el vidrio, que no creo que sea denunciable, a ver si toman conciencia de una puta vez del odio que generan con su maldito comportamiento de niñatos malcriados. Y no falla: cada vez que uno se topa en la vida con gentuza como ésta, escuchan música de mierda. ¿El nivel de educación, respeto y convivencia es proporcional a la cultura musical de alguien? Seguramente no de forma matemática, porqué el cretinismo alcanza todas las capas de población posibles; pero por ahora yo no me he topado nunca con un vecino que escuche a PJ Harvey y sea un subnormal acabado...



dimecres, 6 d’abril del 2016

aLOne bUt NoT LoNeLy




El ser humano es incoherente por naturaleza. Por eso desde pequeño te insisten que tienes que llevar una dieta completa y equilibrada, pero luego te quieren condenar a la monogamia, y atacan la poligamia com si fuera el peor de los delitos. Que no me jodan: el único crimen es llevarla con engaños y mentiras, pero no el hecho en sí, si lo haces abiertamente, de cara y con franqueza y honestidad. Sinceramente, lo encuentro el estado natural del ser humano. Otra cosa es que todos seamos inmaduros, egoístas, celosos e incapaces de asumir que alguien a quien queremos/apreciamos pueda sentir placer con otras personas (lo cuál pone en cuestión el verdadero 'amor' que podamos sentir por esa persona...). También puede sentir placer yendo al cine con otra persona, o compartiendo una cena sabrosa, o con cualquier otro placer vital que no nos provoca malestares y recelos (dos veces celos...). Que sí, que soy el primero que no soportaría saber que la chica que me gusta comparte camas y fluídos con otra persona (¿o quizás el rechazo es sólo a que eso pase con otrO hombre, por aquello de competencias y comparaciones?). ¿Pero no debería sentirme feliz con todo aquello que la haga feliz a ella? ¿Es todo una mera cuestión de asociar 'amor' con 'propiedad'? ¿O una simple inseguridad y miedo por no ser capaz de estar a la altura de sus otros amantes, y que por contraste, se acabe cansando de ti? Sea como sea, me sigue sorprendiendo/inquietando la coraza gélida con la que afronto mis aventuras desde hace ya mucho tiempo. Supongo que es una mezcla de rebote vital por frustrantes experiencias previas en el terreno amoroso, y miedo a perder la libertad de la variedad (que es algo hacia lo que me inclina mi eterna inquietud por probar cosas/personas nuevas constantemente; tiendo a cansarme rápido de todo; no soporto las rutinas). Eso, y que seguramente voy conociendo buenas parejas puntuales, pero que tienen fecha de caducidad (algo que hay que asumir con naturalidad; la gente tiene tendencia a hacer grandes dramas de procesos naturales). Y que no me vengan con el cuento chino del 'tienes miedo al compromiso', porqué si sintiera que he encontrado a la persona que me llena, me lanzaba de cabeza y sin mirar si hay agua. Aquí el único pavor es al compromiso equivocado, que suele ser el error de un enorme porcentaje de población a la que le da pánico la soledad y se lanza precipitadamente a los primeros brazos que se le cruzan por el camino. Cuando estar solo (diferente a 'sentirse solo') es uno de los mayores privilegios que te puede dar la vida.