La, la, LA, La, la; La, LA, la, LA, Li...

Escribo esto desde esa delgada frontera entre el contentismo y el borrachismo puro y duro. La culpa es de Nick Cave y de mi amigo R, al que podríamos considerar como el hermano mayor que nunca tuve. Ese modelo en el que reflejarme, y al que por circunstancias de la vida ya no veo tanto, pero que cuando lo hago, parece que fuera ayer la última vez que nos encontramos. Ahora mismo me encuentro en un grado de felicidad bastante elevado, aunque hubiera circunstancias que me pudieran empujar a lo contrario: mañana trabajo, mi nueva Supersampler lomográfica de 4 lentes me ha durado un día antes de romperse, sigo con esta conocida sensación de soledad involuntaria... pero muy activo, eso sí, y con ganas de sacármela ante la vida y hacer mías las palabras del impresentable de Maradona. Con ganas de escribir a Canadian J, a la que tengo bastante olvidada, aunque en el fondo desearía tenerla bien cerca. "Into My Arms", me canta justo ahora el australiano, y me da por mirar su firma que me ha escrito en su libro, una vez acabado el histórico recital literario-musical de esta noche. Me encanta su espíritu, y encima el cabrón estuvo liado con la musa dEsoRdeNada por excelencia. Oh, Polly Jean, cuánto te adoro! Me he encontrado un montón de gente esta noche, y entre ellos un par de historias no concretadas. Mi historia podría escribirse por las historias que no concreté, por una u otra circunstancia. Siempre he sido muy de historias empezadas y no acabadas, porqué todo me cansa enseguida. Será cuestión de capricho, o de impaciencia, o de alto grado de exigencia, quién sabe... 'Are You The One I've Been Waiting For?' A saber. Si todo fuera tan fácil como retrasar el reloj una vida entera y escuchar la canción más maravillosa de la historia...