Hacía meses que no quedaba con mi E platónica. A los 10 segundos de encontrarnos ya parecía que nos habíamos visto esta misma mañana. La química verdadera es como lo de ir en bici: no se pierde por mucho tiempo que pase. Se ha cortado el pelo y donde antes había larga cabellera rizada, ahora hay corto pelito afrancesado. Tan preciosa como siempre, por dentro y por fuera. Merienda en terracita del Raval, ponernos al día, las mismas 1000 tonterías de siempre, y risas, muchas risas. Y esa excitación interna que tanto echo de menos con las pasajeras circunstanciales de mi colchón de 1'35 x 1'90. Podré estar meses o años sin verla, y tenerla aparcadita en un rinconcito escondido de mi memoria, pero cada vez que nos reencontramos me vuelvo a enamorar de ella. Es como un cargador de batería para ese corazón acorazado que tengo cerrado bajo llave, cerrojo y combinación secreta de caja fuerte. Esa sonrisa, esa vitalidad, esa especie de ingenuidad infantil... me derriten por dentro. Ya no hacen daño, porqué hace tiempo que asumí que dejé escapar mi oportunidad (estúpido de mí), pero dentro de mí sé perfectamente que es la novia que siempre quise tener, y que nuestra desordenada conexión tiene una magia que nunca ningún novio suyo logrará poseer. En el fondo, somos pareja espiritual, y hemos superado épocas mejores y peores, enfados y reconciliaciones, acercamientos y lejanías. Se me pasan por la memoria decenas de noches mágicas que vivimos años atrás, y conversaciones de madrugada en la oscuridad de su habitación, sufrimientos insufribles, y centenares de reflexiones escritas en pequeñas libretas rojas. La amé como nunca a nadie, la odié como nunca a nadie, y pasado el torbellino emocional que me supuso su existencia, ahora ya sé a ciencia cierta que me la quiero con locura, pase lo que pase con nuestros caminos y el atrezzo que nos rodee.
Cuando la he dejado en su casa, me apetecía caminar tranquilamente, y he ido Rambles arriba con First Aid Kit en el Ipod. Necesitaba sentirme personaje de una película de Sofía Coppola, como le dije hace poco a alguien. El cielo estaba de un rojizo precioso, y la vista del perfil ennegrecido del Tibidabo a contraluz era también muy bella. Como si me estuviera vigilando, mientras decenas de personas se cruzaban en mi camino difuminadas y a cámara rápida. Pero dentro yo sólo sentía calma, equilibrio, y la liviandad que ahora me da la música...
8 comentaris:
canciones agridulces para sentimientos agridulces...
Oh, qué hermoso! Te veo como en LOST IN TRANSLATION, sí, amores platónicos y ensoñaciones...
Pues últimamente no puedo ver nada adulto en el cine, sólo MONTSTRUOS CONTRA ALIENIGENAS y cosas por el estilo, precios que se pagan por ser mamá.
Un abrazo!
:O con la boca abierta me has dejado... ¿un desorden con corazón-golosina? y yo que siempre te había imaginado con el corazón podrido de tabaco, alcohol y desengaños... o tal vez arrugado por el peso de los años y los puntos que siempre son ' y a parte'.
mmm... interesante ver que a los lobos también les bombea algo por encima del ombligo ; )
xxx,
agridulces como la vida misma, FBlack...
jeje, aloma69. Precisamente fue 'Lost in Translation' la peli en la que pensé cuando ayer caminaba Rambla arriba con la música melancólica en mis oídos. Tú me empiezas a conocer demasiado, eh? ;P
bueno, begusa; quizás sí que es verdad que hace tiempo que no saco el corazón-golosina a pasear ahí afuera. Esto debe de ser como la ropa, que durante un tiempo te encaprichas de una y te la pones una y otra vez, y luego llega un día que te cansas y decides cambiar de look... Aauuuuuuu!!!
;)
jo, tengo ganas de volver al tibidabo, para entrar en el laberinto de los espejos y convertirme en cabeza pepino :D
ah, pero... ¿tu cabeza no era así al natural, ardilla? ;P
que bonito... ^^
Bueno, también hay quien lo vé como una historia triste, nancy lust. Pero yo suelo ser bastante positivo, dentro de mi dEsoRdeN...
Publica un comentari a l'entrada