divendres, 29 de setembre del 2017

mARiaNo, La ONU aL TeLéfONo!




Llevo días algo tontos. Mi estómago está algo revuelto, y el inicio de otoño y la pérdida de luz están afectando mis biorritmos y mi estado de ánimo. Odio esta época de final de verano, final de calor, final de luz... hoy no he salido de casa en todo el día, pero ha sido una jornada provechosa de marujeos y tareas pendientes. Mi portátil va como el culo, y tras vaciar casi 3.000 fotos, advertí que no era un problema de espacio, porqué no tengo ocupada ni la mitad de capacidad. Pasé dos aplicaciones de limpieza/diagnóstico, y ambas coinciden: 'el volumen está dañado y necesita ser reparado'. Tiene sólo 8 años y medio. Y digo sólo porqué me parece poquísimo tiempo para un portátil que me costó una pasta, aunque mucha gente me diga que eso es mucho tiempo de vida para un ordenador. Asumimos la obsolescencia programada con una sumisión realmente conformista...

Han sido días más "tranquilos" (póngase todas las comillas del mundo) de lo que esperaba. A ver qué pasa a sólo 3 días del hipotético referéndum que tengo bien claro que no dejarán que se celebre. Sinceramente, tampoco creo que eso importe ya demasiado, porqué creo que en muchos sentidos el Estado ya ha perdido esta batalla, nos dejen o no nos dejen votar. La gente va a salir a votar en masa (ahí me incluyo), y la sola imagen de miles de personas a las puertas de los colegios electorales precintados y cadenas de policías impidiendo el acceso va a dar la vuelta al mundo, para vergüenza y ridículo estatal. Se siguen multiplicando las voces internacionales contra las actuaciones represivas del gobierno del PP (hoy la ONU, periodistas internacionales cosiendo a preguntas a los responsables de la Comisión Europea, Naomi KleinVaroufakis...), y toda Europa y buena parte de la comunidad internacional va a estar mirando lo que pase. Lo único que espero es que se mantenga el ambiente cívico y completamente pacífico de 5 años de manifestaciones pro-independencia y pro-derecho a decidir, en una jornada donde habrá muchas emociones flotando en el aire (y también grupos de ultra derecha e infiltrados dispuestos a encender la mecha y seguir con su juego sucio). Se está insistiendo mucho en dar el mensaje de no caer en provocaciones y mantener el tono festivo, y estoy convencido que así será.

Justo anoche salí a bailar y conocí a dos malagueñas (una de ellas, nacida en Bilbao, pero hace años que vive en Málaga) que han estado 3 días en diSordErLand para hacer un curso de su empresa. Al cerrar la discoteca nos fuimos juntos y estuvimos hablando de todo un poco, y me preguntaron por "el tema". Les di mi visión de todo, y me dijeron que les había sorprendido la tranquilidad, la normalidad y el respeto que se habían encontrado aquí. Venían medio asustadas por lo que se iban a encontrar, y me dijeron que viendo la TV o leyendo los periódicos les habían pintado una película muy distinta a la realidad. No es nada que no sepa, porqué yo también leo, escucho y miro cómo tratan el tema determinados medios de propaganda cavernaria. Pero me jode muchísimo el mensaje y el relato de mentiras que cala en mucha gente que no está aquí y no sabe cuál es la realidad del día a día. Hoy veía un video sonrojante de un 'periodista' (le queda muy grande ese término) que contaba que había listas negras de gente que no irá a votar, o que la gente que no quiere la independencia está encerrada en sus casas y no sale a la calle por miedo... ¿¿¿??? He sentido rabia y asco con tanta manipulación y tanta mentira. Es de todo ese odio, abuso y falso relato de lo que queremos huir los que las banderas nos las traen flojas.

En ese sentido, varios artículos muy interesantes que he leído estos días. Uno muy recomendable, el que ha escrito en La Marea el periodista de Getafe Antonio Maestre. Otro que también busca razones históricas y motivos para entender qué está pasando en Catalunya, es éste otro bien largo y denso que escribe Carles Boix en Jot Down. Otro antibanderas y pro-sentido crítico, 'Votar por la independencia (del miedo y la intolerancia)', de Jordi Molina en Público. Y dejo para el final el más literario y bello, y con el que he empatizado plenamente: el maravilloso escrito de Mar Vallecillos en La Directa (está en catalán, así que dejo la traducción a continuación por si a alguien de fuera de Catalunya le interesa. La expresión "els intents de dir-nos" -"los intentos de decirnos"- también se podría traducir como "los intentos de llamarnos". De verdad que el texto es muy recomendable):

SOMOS LOS INTENTOS DE DECIRNOS/LLAMARNOS

Era agosto, volvíamos de vacaciones cruzando la península. Mi padre conducía con la mirada atenta a la autopista, mi madre se abanicaba, qué calor, mi hermana buscaba un boli para rebobinar un cassete. Yo miraba por la ventana: los coches que nos pasaban rápido, los que dejábamos atrás.

Pero un coche no nos adelantó ni nosotros a él. Llegó a nuestro lado y así continuamos. En el asiento de atrás, una niña me miraba y la miré yo también. Nos quedamos un rato mirando a los ojos y entonces me vino aquel extraño pensamiento: ¿Cómo sería ser esa niña? Si yo hubiera nacido en esa familia, sería otra persona o seguiría siendo yo? Sería otra, me dije. Entonces, como estaba segura de que no había sido así: ¿acaso yo no había nacido en aquella familia y era la otra?

No sé si cerré los ojos o que, pero al darme cuenta, la niña ya no estaba, su coche nos dejaba atrás. Para retener algún dato, quise fijarme en la matrícula, pero lo único que capté fue la M de Madrid y aquél 'quién soy yo?' flotante dentro del coche, con nuestra matrícula como posible respuesta y una repentina idea: quizás yo sería, además, lo que hiciera de aquella pregunta. Me aturdí y, para no entrar en cavilaciones extrañas, preferí pelearme con mi hermana por si poníamos el 'Max Mix 4' o el 'Boom 3'.

Dice la filósofa Fina Birulés que, al hablar de identidad, hay que distinguir entre QUÉ SOY y QUIÉN SOY. 'Qué soy' hace referencia a lo que me ha sido dado: un lugar de nacimiento, unas características físicas, una lengua, una cultura. 'Quién soy,' en cambio, tiene que ver con lo que soy capaz de poner en juego, de relacionar y construir con todo lo que he recibido. (La oí en la tele, en un capítulo de 'Con Filosofía', programa para volver a hacer creer unos instantes en la caja tonta; recuperad los diferentes capítulos en la caja lista).

Remacha la filósofa: "somos los diversos intentos de decirnos a través de un relato, de dar un hilo de sentido a lo que hemos hecho y hemos sufrido, como una narración que periódicamente debemos revisar".

"Somos los diversos intentos de decirnos", que frase más preciosa. Estos días me ha vuelto con fuerza, ante los intentos constantes de decirnos a través de las urnas y de los intentos constantes de impedirlo. Pero si lo he pensado de nuevo ("somos los diversos intentos de decirnos") es porqué una vez más he necesitado recordar que la cosa no va de 'qué somos' (aunque se empeñen unos y, ay, también otros, aún) sino de 'quién somos', de qué ponemos en juego con lo que sucede, lo que nos es dado. No va entonces de matrículas que se cruzan en la autopista, ni de banderas, en mi opinión. No va de identidades esencialistas, no va de 'somos y seremos', ni siquiera de 'somos un solo pueblo' (¿uno sólo?). Esto no va, tampoco, de tautologías: que ni un plato es un plato, ni un vaso es un vaso, ni una cazuela es una cazuela, que es otra cosa si la haces repicar de noche en el balcón. Y si no la haces repicar, también va de esto. Va de decidir qué hacer ahora y aquí en este contexto, que para nadie es el óptimo (ni para los amantes del status quo ni para los de las revoluciones ideales), pero que es, ay, el contexto que tenemos, la vida que tenemos.

Esto va de qué hacer, cómo puedo contribuir a lo que a mí de verdad me importa, me digo picando la cazuela y recogiendo la pregunta radical del pregón de la Garcés. ¿Qué es lo que de verdad me importa? No es la patria y la nación, en caso de que existan (y cuanto más pretenden que sea eso lo que realmente me importe, más me incomoda). ¿Qué es lo que de verdad me importa? Y me respondo: construir una sociedad justa, igualitaria, con la vida digna en el centro de todo... en definitiva: poder disfrutar todos y todas al máximo de la vida (y disfrute significa cuidado, afectos, cultura, entorno), ¿qué puede haber más importante?. Y pienso por cuál de los caminos que se me plantean es más factible ahora mismo avanzar en esta dirección, aunque sea un poco, pero avanzar (y no todo es táctica ni estrategia, y tanto que se suman también los agravios históricos sufridos por unos y perpetrados o permitidos por otros).

Mientras pico acompañando mis cavilaciones, el vecino de arriba irrumpe en el balcón golpeando con fuerza una olla y aún me sorprende que piquemos juntos. Pienso que esta sociedad justa que tengo en la cabeza dista mucho de la que él pueda tener, pienso que eso de romper con el régimen del 78 ahora le suena muy bien, ¿pero sabrá realmente qué queremos decir, algunos, por régimen del 78? Para él es sólo "España" y se queda tan ancho... pero tendremos que hablar, con mi vecino, de oligarquías que imponen reglas del juego del capital y de tantas otras cosas... Y ahora es la vecina de enfrente la que sale y me dice que soy una ingenua: que el vecino de arriba no querrá hablar de nada de eso ni de ninguna revolución. Que pica sobre una olla a presión, sí, pero con la válvula puesta, que habrá presión pero no revolución, que nada cambiará y fracasaremos. Y en la esquina de la calle otro vecino grita que el análisis es más sencillo: fracasaremos porque simplemente un plato sí es un plato, un vaso sí es un vaso, eso de ahí es una cazuela abollada y "os va a caer la del pulpo".

Quizá tienen razón, la una y la otra, no sé, pero me digo que, en caso de que así sea, a las hijas de mil derrotas no nos vendrá de una más, que no se podrá decir que no lo hemos intentado y que, de hecho, habrá que ver si la cosa es tan simple como fracaso/victoria. Me pregunto si el 15M o tantas luchas y movilizaciones anteriores fracasaron o si sirvieron para continuar empujando, desplazando el relato y desplazando la realidad misma hacia nuevas realidades. Porque, con permiso de John Berger, tanto si llegan futuros anhelados como si no, lo que quedará de nosotros será la determinación que hayamos mantenido para intentarlo, sin perder de vista lo que realmente importa, en cada oportunidad de decirnos, de ser. Y las oportunidades son diarias, en mil escenarios, ante mil coyunturas y sobre mil soberanías. Seremos los intentos de decirnos en todas ellas.