diumenge, 1 de setembre del 2013

LaUgh iS iN tHe AiR...


Había ido escribiendo a ratos durante distintos momentos del día, y no me ha guardado nada. En condiciones normales, estaría sacando fuego por las muelas (traducción literal de la expresión catalana), pero he cenado tan bien que hasta estos pequeños grandes dramas cotidianos se llevan mejor. En fin, voy a intentar reescribir todo lo que había hecho, allí donde me lleven la memoria y las hadas de este momento preciso...

Me he levantado con despertador por primera vez en los últimos días, en una titánica batalla entre el maldito temporizador y mis ganas de 5 minutos más. Me ha parecido escuchar el timbre, y tras la ducha y picar algo, me he topado de morros con una pareja que esperaba en el rellano. He llegado a la estación con media hora de antelación, en un lamentable acto de aburguesamiento que ha roto con la tradición de mis sprints por los andenes transalpinos. Ya en el tren, mientras escribía, me he dado cuenta de que con las tablets se vuelve a la técnica de las pulsaciones por minuto, e incluso el sonido del teclado imita al de las antiguas Olivetti. Supongo que cuando Kerouac escribía por ahí no debía ser tan diferente (sí, he tenido los santos coglioni de compararme con Kerouac, y me he quedado tan ancho...). La primera cosa que he visto desde la ventana del tren al llegar a Verona ha sido el estadio de fútbol, y es que ya se sabe que la cabra tira al monte. El camino desde la estación me ha parecido feísimo, entre el Viale y calles 'polinganeras'. Al llegar al B&B, he picado al timbre y no contestaba nadie, y ya me veía como la pareja de la mañana pero a la hora de comer y con hambre de búfalo. Al llamar al teléfono, un chaval entre empanado y pillado in fraganti en vete a saber qué me ha pedido '"due minuti". Todo arreglado, y la verdad es que la habitación es acogedora, con las estatuas en la escalera y esa terracita soleada donde se debe estar de muerte cuando cae el sol. Como en el Caffè all Teatro un rissotto ai funghi porcini muy bueno, pero por lo que cobran ya podrían ser un poco más generosos con las raciones. Puestos a ser tiquis-miquis, hubiera preferido que mis vecinos de mesa ni fueran de esos alemanes que cuando hablan parece que te estén enviando a un campo de concentración; no, no es un tópico, sinó la hostilidad de un idioma sónicamente agresivo. La comparación con la musicalidad suave de las dos italianas de al lado hace todavía más flagrante la comparación...

 Cláxons y un coche envuelto en papel de water indican que alguien se casa junto al anfiteatro. Entro con mi Tarifa Per La Patiglia, y pienso que me sirve para compensar los robos en comida y alojamiento de estos días. La justicia divina dEsoRdeNada es así. Me siento en la sombra y me pongo a escribir este fragmento (el original), por el simple gusto de pensar que un trozo de dEsoRdeN fue concebido allí donde hace unos cientos de años aplaudían y aprobaban con jolgorio que unos leones devoraran a otras personas. Ahora sigue pasando lo mismo, pero todo es más sutil e hipócrita...


 La casa de los Capuleto es un mini-parque de atracciones bastante kitsch. Sus muros son sin duda precursores de facebook, donde oficializar y dar 'entidad' (no sé de qué, pero entidad) a los amores, sea en las paredes, chicles, tiritas, post-its, o los candados rosas o rojos que venden allí para la ocasión (y que dejarás allí instantes después de haberlos pagado, con tu nombre y el de tu amad@, que posiblemente te esté poniendo los cuernos con el lechero, tu mejor amiga o tu asesor matrimonial). Yo también he dejado mi mensaje, y os reto, si váis, a encontrarlo, fotografiarlo y enviármelo. Al entrar en la casa (gratis otra vez, sí, qué pasa?), miro por las ventanas de detrás y me pregunto qué deben pensar los vecinos de todo el show. Lo que está claro es que esa casa está encantada desde hace cientos de años: primero, el pesado del mozo aquél que venía a cantarle serenatas a la chiquilla de la casa, con el único objetivo de beneficiársela y disfrutar de sus atributos (que ya podría enviarle un mensaje, como todo hijo de vecino); y ahora, toda esta gente que viene a Verona sólo por darle un poco de romanticismo de cartón piedra a sus vidas de decepcionante normalidad sentimental, de esa de ni chicha ni limoná. Pobres vecinos, en fin...


Un par de horas después, escribo sentado desde desde lo alto del muro del Castel di San Pietro. Bajo la preciosa luz anaranjada del sol que empieza a caer y una ligera brisa, el relax es máximo, tras una ascensión a base de intuición que me ha llevado a la paz total en un parque semiabandonado y silvestre, donde he podido disfrutar solo y sin guiris de unas bonitas vistas de la ciudad. Al ir a la parte de atrás, justo pasando por la piedra pintada con un símbolo mod, he visto un perro y el que se supone que era su amo, hablando con alguien de género y número indefinido. Como ése era un escenario ideal para actos amatorios, lisérgicos o para descuartizar al primer insensato que se perdiera por allí, he optado por dejarles continuar lo que fuera que estaban haciendo y marcharme. En la cima, me he cruzado con una chica de blusa blanca y pechos-cañón, empezando por unas aureolas del tamaño de marte que debían verse desde Nápoles. Sí, ya veis que el espíritu de Romeo y Giulietta también me ha poseído, como a las... 7 bodas que he visto en menos de 3 horas paseando por la ciudad!! Por mucho que sea sábado, me parece desproporcionado, y más un 31 de agosto. Mientras escribía en la cima, se me ha sentado delante, y como posando, una rubia de esas que de entrada intimidan, aunque luego quizás sean más lerdas que un zapato cuando empiezan a hablar. Le he hecho 3 o 4 fotos furtivas probando distintos filtros, y cuando he iniciado el descenso de vuelta a la ciudad, me ha pasado delante, alimentando mi imaginación de hombre en mes de agosto.


De vuelta hacia el centro, me enamoro de unas bambas, y tras debatir conmigo mismo cómo narices meterlas el lunes en el equipaje si no quiero facturar, decido que ya encontraré la manera. Con lo que me cuesta a mi que me guste la ropa, no es cuestión de dejar pasar estos trenes (aunque luego volveré y las tendrán en la tienda de la esquina, está claro). Cerca de 'casa', encuentro un restaurante con buena pinta y decido que me apetece un pequeño homenaje, tras días de comida de batalla. Por poco más de lo que me han atracado estos días, ceno de narices en un sitio agradable, escuchando jazz, y con una simpática camarera que me trata con atención. Al salir de Il Ciottolo', veo que ha refrescado, y aunque tengo tentaciones de salir a dar una vuelta nocturna por el sábado veronés, me está empezando a dar algo de perezzzzzzzzz...


 PD: la dichosa canción me persigue; y se engancha bien, la jodía...


5 comentaris:

V.M. ha dit...

Me gusta cuando pones fotos así... personales!
I'm back, baby!
Bajo otra dirección! =)

Ses ha dit...

La calma del Bel far niente. Pero ya se acaba.

Pio ha dit...

Entonces no le metiste mano a Julieta, hay que ver jajaja.
Oye estoy por llevarte en mis viajes que potra para entrar grátis XD

Tengo una foto de esa mismo lugar pero más abajo y donde están los árboles :D

dEsoRdeN ha dit...

jeje, gracias, V.M. Ahora te chafardeo! :)

todo lo bueno se acaba, Ses. Pero por suerte, también las cosas malas

Ahí has estado adorable Cé... :P Recuerdo (dEsoRdeN cebolleta) una Olivetti que tenía mi tío en casa de mis abuelos paternos, y se me hacía difícil acertar las teclas con mis dedos de niño. Un candado no, cinco. ¿Las Converse? Pues ya lo dije: con la Union Jack! XD El roast beef era delicioso, tú sí que eres raruna. Siento amargarte, pero el lunes empiezas las clases... ;P

jaja, qué va, Pío, me corta hacerlo con tanta gente mirando... :P jeje, alguna ventajilla que tiene uno a veces por ser lo que es :) Subiste a la casa de Giulietta?

Pio ha dit...

No que va, costaba una pasta y pasamos olimpicamente, nos fuimos a callejear, y hacer fotos al río