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Por fin es domingo noche y empieza mi fin de semana. Amo los lunes como pocas cosas en el mundo. Ir a la contra también tiene sus cosas buenas, por muchas desventajas que comporte. Por ejemplo, tener que aguantar a los subnormales del piso del edificio de al lado y su fiestas. Desde que recogí firmas para denunciarlos, hace ya unos meses, y llegó a los oídos del propietario del piso, se habían comportado bastante. Pero anoche, justo anoche, volvieron a las andadas. Por suerte, sin música. Pero había un regimiento de gente al otro lado de la pared de mi habitación, y por mucho que estén hablando normal (que tampoco sería el caso), parece que estén metidos en la cama contigo. Por suerte, estaba tan muerto de la noche anterior, que poniendo mi cabeza entre almohadas para taparme los oídos, conseguí dormirme. Pero como vuelva a pasar algo similar, reactivaré el tema denuncia y la haré efectiva. Ya son muchos años aguantando a inquilinos incívicos, con la estúpida excusa "es que es fin de semana". El día que yo monte una fiesta (que no lo he hecho en 13 años viviendo aquí) en mi fin de semana (un lunes, un martes...), que venga alguien a recriminármelo, no?

El jueves tenía que ir al teatro con mis padres. Regalo ya tradicional en los últimos años, para que salgan un poco de casa y hagamos algo juntos, más allá de ir a cenar yo a su casa. Mientras me hacía la comida, mi padre me llamó para avisarme de que mi madre tenía virus estomacal y que no podrían venir. Empecé una ronda de mensajes para regalarle las entradas a alguien y que no se perdieran. Todo esto a unas 6 horas para la función, y estando yo liadísimo con un tema de trabajo. Si no se lo dije a 15-20 personas, no se lo dije a nadie. Y nadie pudo venir. Me fui al teatro a ver si me devolvían el dinero o si las podía revender en la puerta, pero ni una cosa ni la otra. Opté por meterme y aprovechar al menos una de las entradas, aunque me comiera las otras dos. Estuvo bien hacerlo, porqué me reí un montón con la obra. Pero me volví a sentir solísimo en el mundo. Una sensación que me persigue en las últimas semanas. Trabajar a la contra no ayuda, pero tampoco pienso cambiar mis horarios y condiciones, porque nunca las he tenido tan buenas. Pero esta sensación es realmente una mierda. Y tampoco creo que cambiara si hiciera horarios estándard. Esta próxima semana tengo varios planes y supongo que será algo distinto, pero me empieza a rallar este sentimiento recurrente.

Supongo que tampoco ha ayudado que La Chica Del Ex Novio Imaginario no me haya dicho de quedar ni un día, aún estando ella de vacaciones. Le escribí a media semana, me dejó a media conversación hasta que anoche me respondió a mi último mensaje, y como yo andaba algo rallado, no le he contestado hasta esta noche. Pero no me apetece demasiado verla, la verdad. Sigo cometiendo el enorme error de esperar cosas de los demás y de ilusionarme sin motivo, y luego son todos decepciones y frustraciones. Todo el mundo va a su puta bola, y me atrevería a decir que casi no tengo amigos. De los de verdad, no de los de Facebook o colegas sociales. La vida es realmente triste. Ayer, el compañero de trabajo que me cae realmente bien y suele sacar temas de conversación mientras comemos cuestionó si cuanto más racionales, más infelices. Estoy completamente de acuerdo con esa tesis. Y me recuerda a lo que decía Kurt Cobain de que le habría gustado ser más simple y pensar en cosas más triviales, en vez del infierno de conciencia que era su mente. A mi también me gustaría no pensar tanto ni darle 1000 vueltas a las cosas, pero me es completamente imposible evitarlo. La quijotera gira y gira, y lo cuestiona todo, y es demasiado consciente de cosas que hacen de la vida un infierno. Claro que soy feliz a ratos. Pero suele ser cuando hago las cosas por instinto y sin pensar.

Un ejemplo claro fue la noche del viernes. Fiesta 90's. Quedo con R-Ojos-Claros, y luego nos juntamos con B-Melómano y un amigo suyo. Mojito Rock, Manchester, Sonora y Razzmatazz (que, por cierto, está lleno de criaturas que van a la sala grande a bailar... trap!! Quién te ha visto y quién te ve, Razz...). Nosotros nos subimos al Pop Bar, a rememorar décadas anteriores. Desde el momento en que he salido de casa, lo he hecho con el propósito de no mirar el reloj. Mañana me cagaré en todo, sí; pero mañana no existe. Tampoco tengo la sensación de haber bebido demasiado, pero tengo lagunas. No recuerdo cómo, pero me beso con una chica sin intercambiar ni una sola palabra. Reiteramos 3 o 4 veces, incluido un encuentro fortuito en el baño. Mi habitual promiscuidad post-rechazo, nada nuevo bajo el sol. La noche se me va de las manos, y me voy a dormir a las 8h. A las 10h tengo que despertarme para ir a trabajar. No oigo el despertador, y abro un ojo por casualidad a las 12h. Llego una hora y media tarde, muerto y todavía semiborracho, a pesar de la ducha. El día se me hace eterno pero aguanto mínimamente digno, aunque silencioso y sin mi habitual energía. Mis compañeros hacen coña preguntando si he venido. Al fin, acabo mi jornada, llego a casa sobre las 23h, ceno algo rápido, y me meto en la cama, desafiando a los subnormales del primer párrafo...

Y llega el domingo noche. Y miras estos días con perspectiva. Y te dices que sí, que es divertido a ratos. Incluso placentero. Pero te sigue faltando algo. Y tu vida emocional es un queso gruyere. Y vuelves a verte ahí solo, pequeñito, mirando a la inmensidad del desierto. Y con ganas de tirarte al suelo, y dejar que el azar, o la falta de él, haga el resto.