dimecres, 11 d’octubre del 2017

tO bE CoNtiNueD...



Quizás haya sido uno de los días que más nervios he pasado en mi vida. Al nivel de las grandes finales de equipos a los que seguía con fidelidad. Pero seguramente con el añadido de la angustia de una situación bastante más transcendente y preocupante, por el clima de tensión y crispación de estas últimas semanas, y la incerteza de las terribles consecuencias que podía comportar. Lo he seguido en casa, mientras trabajaba delante del ordenador y tenía la TV puesta. Y realmente era como una retransmisión deportiva de alcance mundial. En el Parlament había más de 1.000 periodistas acreditados de todo el mundo, y las cadenas de todo el planeta han retransmitido en directo la sesión parlamentaria. No tengo datos, pero me atrevería a decir que puede haber sido una de las sesiones parlamentarias con más audiencia de la historia de España. El contexto nos ha metido a todos de lleno el interés por la política (o por su ausencia...).

Y aunque estos últimos días ya se había rumoreado con la posibilidad de la proclamación de independencia diferida a lo Eslovenia, ha sido todo como muy extraño y desconcertante. Han sido 8 segundos de la euforia a la decepción a bote pronto, pero que se ha ido mutando conforme pasaban los minutos y empezabas a entender la jugada. Como definía a la perfección un tuit que me ha parecido muy clarificador, ha sido una decepción emocional pero una satisfacción racional. Primero, un alivio para frenar un poco la espiral de crispación y prevenir nuevos ataques institucionales o civiles del gobierno del PP (mientras se celebraba la sesión, un convoy de una decena de furgonas de la Policía Nacional ha paseado por Barcelona, y hay videos de algún amago de atropello a gente con banderas independentistas que caminaba por la calle). Todos sabíamos que el referéndum del 1 de octubre no tenía suficiente legitimidad o garantías como para atreverse a una declaración unilateral de independencia a lo loco, pero a la vez, también teníamos claro que el anhelo de construir una república catalana es perfectamente legítimo y se dan las condiciones como para plantearlo seriamente y generar un debate y una negociación al respecto. Y en el contexto que hemos vivido en las últimas semanas de persecuciones, boicots, violencia policial y un estado completamente desquiciado para evitar lo que no pudieron evitar, la ventaja que podía tener el estado acogiéndose a la pura legalidad la ha acabado perdiendo con sus maneras autoritarias y represivas. Y por la otra parte, esas leyes aprobadas a la remanguillé los días 6 y 7 por parte del Govern de la Generalitat tampoco son nada como para sacar mucho pecho. 


Así, la opción de la proclamación y suspensión automática me parece, seguramente, la menos mala de las soluciones ante una situación de emergencia crítica. Aporta serenidad y calma, permite ganar tiempo para encontrar posibles mediadores internacionales y, sobretodo, pasa la pelota al tejado de Mariano. No le das carnaza para que apliquen el famoso 155, y sabiendo perfectamente que todo el planeta te estaba observando, vuelves a ofrecer (no recuerdo si era la 18ª o 19ª vez, literalmente) la voluntad de diálogo que requiere el conflicto, y que se te ha negado todas y cada una de las veces que la has reclamado. Y vuelves a dejar sin argumentos a los que te tildan de loco, fanático o adjetivos similares, con un gesto de contención y sensatez. Y ahora todo el mundo deja de mirar a Puigdemont, y se gira observando a Mariano, reclamándole también el gesto de generosidad, mesura y cordura que hoy ha salido del Parlament. No negaré que mi primera reacción ha sido de "ya se han vuelto a cagar los convergentes". Y también admito que me provoca cierta desconfianza este frenazo, por lo que he dicho muchas veces aquí de su gran experiencia en jugar a 'la Puta i la Ramoneta' (a marear la perdiz, vaya...). Pero tengo la sensación de que Puigdemont va en serio y no piensa echarse atrás. Y creo que es un tipo extremadamente astuto. Le tengo cero simpatías a su partido, pero su discurso me ha parecido brillante y muy inteligente, y dirigido en todo momento a esa comunidad internacional que lo observaba todo con lupa. También me parecen destacables los discursos de Anna Gabriel (uno más; empatizo muchísimo con lo que dice y cómo lo dice), e incluso los de Rabell o Iceta (a pesar de seguir creyendo que el papelón que están haciendo los socialistas de aquí y de allí en todo este tema está siendo de vergüenza ajena). Y, como era de esperar, lamentables y demagógicos a más no poder Albiol y Arrimadas (que llevaba el discurso escrito pensando que habría DUI, y no ha tenido cintura para refutar la nueva situación con argumentos sólidos o razonables). Ambos han dejado clarísimo que de diálogo, nada de nada...


Habrá que ver cómo evoluciona todo. Estoy convencido que el PP va a seguir negando el diálogo y no se va a mover de su posición intransigente y 'pormihuevista', pero ahora los focos de la atención internacional (política y mediática) están sobre ellos, y podría ser un grave error seguir por esa senda autoritaria, porqué legitimaría todavía más al independentismo. Y si cede, tendrá que empezar a negociar. Así que, a priori, lo de hoy parece un win-win de Puigdemont, a primera vista. Pero del Estado me lo espero todo, así que mantengo el recelo, aunque un poco menos angustiado por ahora. Tras el gol fantasma de hoy, el partido se va a la prórroga. La épica de las grandes finales...