diumenge, 26 de novembre del 2017

eN La tUMboNa




Son las dos de la mañana de un sábado-domingo. Trabajo mañana, como cada semana. Y aquí estoy, despierto, como cada semana. Por mucho que hayas trabajado 11 horas y que anoche durmieras poco, las ganas de escribir siguen ahí. Mañana me odiaré a mi mismo cuando me levante tarde y tenga que salir a toda hostia hacia el trabajo. Me volveré a decir a mi mismo que me tengo hartito, que estoy hasta las narices de ir siempre tarde y corriendo a todos los lados, y que es la última vez que me pasa. A partir de ahora iré siempre con tiempo, aunque sepa perfectamente que es mentira. En mi vida me sobran trabajar y los relojes. Y me faltan días de 36 horas, o casi mejor noches de 36 horas. Amor ya ni lo pido, porque lo doy por imposible. Escucho a Warhaus por la cita pendiente de este lunes, pero quizás también inconscientemente por sus letras de poligamias, cinismos y deseos oscuros. Quizás transmita esa oscuridad escéptica, y eso repele romanticismos simplistas. Y mira que yo lo soy muchas veces.

Uso mis fracasos amorosos como radiografía de mi mismo. A lo mejor es un puro acto de autocrueldad. De vengar mis defectos y carencias, que son muchas. De ser tan o más exigente conmigo mismo de lo que ya de por sí soy con los demás. Me gustaría ser capaz de salir a la calle sin la maza y la toga, pero es como si las llevara pegadas a la piel y la mano, en orden inverso. No soporto estupideces, empanamientos ni egoísmos ajenos. Creo que ya lo escribí hace poco. Mi memoria falla, como tantas otras cosas. La autoestima física va ligada a la anímica, y quizás por ello intento recuperarme en todos los sentidos. Ayer me rapé un poco la barba, porque tan frondosa no me gusta. Me da aspecto mayor, y no acaba de encajar con mi espíritu y madurez post-adolescentes. Quizás exagere. Soy muy dado a hipérboles. Ahora mismo estoy tumbado en mi propia tumbona, aunque en realidad escriba sentado. Soy mi propia metáfora, y al final uno no acaba de distinguirla de la propia realidad. Es complicada, y yo más.

Mañana iré a ver a Perfume Genius con La Chica Del Ex-Novio Imaginario. Nos escaparemos antes del trabajo, como unos vulgares Bonnie & Clyde de pacotilla que se acogen a las ventajas del convenio colectivo. Tras muchos años de comer mierda laboral, me siento un privilegiado, y cruzo los dedos por quedarme así 20 años más. A saber cómo y dónde estaré (si estoy) de aquí a 20 años. Y lo mismo La Chica Del Ex-Novio Imaginario. El presente siempre es más estimulante, porque es el que se siente más intenso. Y aunque yo siempre busco intensidades en mi vida (no sé vivir de otra forma; me aburren las medias tintas), me mentalizo para ser prudente, paciente y mesurado por una vez en la vida. No me creo ni yo mismo, pero la intención es lo que cuenta.





2 comentaris:

Espérame en Siberia ha dit...

Hasta hace muy poco yo también vivía siempre a las carreras. Tenía un trabajo que, a diferencia tuya (creo), no me hacía feliz y me obligaba a estar más de 12 horas diarias en estrés continuo.
Creo que las prisas son el mal de nuestra generación y no hay nada que vaya a cambiarlo, pero me parece una maravilla que encuentres tiempo aún para escribir largo y tendido, Desorden.

Te abrazo fuerte.

dEsoRdeN ha dit...

Sí, nos hacen correr todo el rato para que no tengamos tiempo para pensar y plantearnos según qué cosas, Siberiana. Es más fácil domesticarnos así. Mi trabajo remunerado me deja bastante indiferente ahora mismo, pero el que más tiempo me ocupa es el que hago por pasión y gratis; y ese es, curiosamente, el que me llena. Al final es un equilibrio bastante interesante...

Escribir es la cura! Esto y la música tapan muchos de mis vacíos. Y sí, a esta hora debería estar durmiendo ya para madrugar mañana e ir a ese trabajo remunerado de la indiferencia...

Besazo!