dimarts, 13 de juny del 2017

dE MaReS y tORtugAs




Hoy he estrenado la temporada dEsoRdeNada de playa 2017. Tren hacia el sur, media horita de trayecto, llegar, poner la toalla, dejar la mochila, desabrocharte la bermuda... y darte cuenta de que te has olvidado el bañador en casa. Sí, amiguitos, éste es dEsoRdeN. Me ha dado por descojonarme de mi estupidez y mi despiste. Y tras un primer momento de bloqueo mental, he recogido los trastos y me he ido a una de las tiendas del paseo a comprarme un bañador cutre de 10 euros. El agua estaba fresquita pero soportable, y a mi lado tres lolitas conspiraban para atraer a una cuarta lolita que corría por allí con un ex de una de ellas. Si con 15 años ya son así de perversas, no me quiero ni imaginar cuando tengan 35. La mente humana puede llegar a ser muy cruel y perversa.

Estos últimos días he tenido que convivir con marrones de las putas obras de la escalera que no me interesan lo más mínimo. Hay gente que se amarga enseguida con temas que no tienen tanta importancia. Qué ganas me dan de enviarle un mail a la administradora diciéndole que renuncio a mi recién estrenada condición de presidente involuntario y coaccionado. Mi otro gran dolor de cabeza es La Chica Con Pelo De Chico. Que sí, que hemos estado muy bien estos días escribiéndonos varias veces al día, y bla, bla, bla... pero hace semanas que tengo la sensación de que me esquiva y busca cualquier excusa para no vernos. Sigue en su etapa de bloqueo y agobio, y por mucho que me reprimo, cada vez que le digo de quedar parece no querer. No sé si es pereza, o directamente miedo. Casi me decantaría por esta segunda opción. Ese síndrome de la tortuguita que me explicó en el Primavera, que cuando intentas tocarla, esconde la cabeza en el caparazón. Me frustra bastante esta sensación, y mañana se lo diré. No soportaría ser alguien que le provoque pereza o miedo. Todo lo contrario. Quiero seguir sintiendo que le estimulo, que le gusto, que tiene ganas de verme. Lo que no me está transmitiendo últimamente cada vez que intento tocarle la cabecita de tortuga, vaya.

Me frustra mucho que todas mis historias sean siempre tan complicadas. Todo debería ser mucho más fácil. Vuelvo a estar en ese punto en que odio a las parejas felices con las que me cruzo por la calle. Su exhibicionismo me parece obsceno e injusto. Es un "míranos qué felices somos, y tú eres un puto amputado de corazón al que se le prohíbe disfrutar todo esto". Esa ha sido una sensación que me ha perseguido toda mi vida. Hay momentos que frustra; hay momentos que duele; y hay momentos en que se te vuelve a hacer un enorme caparazón de hormigón rodeándote el corazón, mientras juras que nunca más volverás a perder ni un solo segundo de preocupación y sufrimiento por ningún ser vivo con tetas. Me gustaría ser más simple e insensible, y no darle tantas vueltas a la puta quijotera...