¿Decepcionado y desilusionado? Por supuesto, porqué como dijo ayer el amigo Mourinho (el 90% de culés le odian, pero admito que a mi me cae cojonudamente bien), jugar y ganar la final del Bernabeu era un sueño tan húmedo que se podía considerar obsesión. Pero comparto al 100% la palabra más repetida entre los culés desde que ha acabado el partido: orgullo.
Orgullo porqué, teniendo un día malo, el equipo lo ha intentado desde el primer minuto hasta el último. Orgullo porqué ha sido el único de la eliminatoria que ha buscado ir a ganarla, y no quedarse esperando y confiando en no perderla. Orgullo por la increíble movilización espontánea surgida en internet alrededor del equipo en esta última semana. Orgullo por sentir que la historia está cambiando, y que en vez de llorar por el gol anulado en el último minuto o por el atraco de la ida, seamos capaces de felicitar al rival y admitir que, con su estilo defensivo, han sabido contrarrestar nuestro juego de ataque y son justos finalistas. Orgullo porqué uno de los mejores entrenadores del mundo ha sentido el miedo en sus carnes, consciente de que jugaba frente al mejor equipo del mundo (que lo sigue siendo). Orgullo por la diarrea provocada durante meses al Equipo del Mal, ante la posibilidad de encajar una de las mayores humillaciones de la historia de este fantástico deporte. Orgullo porqué, con una plantilla peor que la del año pasado, seguimos estando en la élite del fútbol mundial, a base de trabajo, esfuerzo, humildad y valentía. Orgullo porqué somos el único equipo de Europa que ha jugado 4 de las últimas 5 semifinales de Champions, habiendo ganado 2 de ellas (y para perder una semifinal, primero tienes que llegar...). Y orgullo porqué, al margen de los 6 títulos ganados (y los que tienen que llegar todavía), la herencia más maravillosa que nos dejará este Barça de Guardiola (esperemos que de aquí a muchos años) es el cambio de mentalidad que está produciendo en la nueva generación de seguidores (entre los cuales me incluyo): acabar y dejar atrás el pesimismo, derrotismo y victimismo históricos que tanto han lastrado a este club, para dar paso a la autoestima, al positivismo, y a la convicción y plena confianza en un modelo en que las maneras (refiriéndome a modelo de juego, pero también a modelo de comportamiento dentro y fuera del campo) son tan o más importante que los resultados.
PD: Por cierto, al imbécil que ha conectado los aspersores para impedir la celebración de los jugadores del Inter sobre la hierba, que lo echen del club!! El muy cretino no ha entendido nada de la filosofía Guardiola...
Así pues, felicidades al Inter por jugar la final; pero todavía mucho más a todos los culés, por tener el privilegio que no tiene ninguna otra afición del mundo: poder disfrutar cada 3 días de un equipo que, ganando o perdiendo, te hace sentirte orgulloso, identificado y tremendamente afortunado. Y ahora... a por la liga!!
PD: Por cierto, al imbécil que ha conectado los aspersores para impedir la celebración de los jugadores del Inter sobre la hierba, que lo echen del club!! El muy cretino no ha entendido nada de la filosofía Guardiola...