dissabte, 15 de juliol del 2017

ReALidAdeS iMPeRfeCtAs



Viajar siempre es una buena decisión. Abre la mente, ayuda a relativizar problemas, y varía perspectivas. Es fácil creer que lo normal es cómo uno hace las cosas, pero hay 1000 maneras más igual de válidas. Todo es distinto ahí afuera, y también sobreviven. Espero haber vuelto más sereno. Creo que sí, pero tampoco me atrevería a decirlo, porqué a veces soy bastante impredecible. Y también es cierto que las vacaciones generan un estado de cierta euforia vital y burbuja cotidiana que explota en cuanto reaparecen las rutinas. Las odio tanto tantísimo... en esta época me doy cuenta de las pocas cosas que hago en una ciudad que te da 1000 posibilidades diarias. Siempre que vuelvo de un viaje me propongo hacer cosas, porqué los días fuera parecen cundir 10 veces más. También suele ser época de cambiar cosas en casa, ordenar, retocar, redecorar... como queriendo abrir puertas a etapas nuevas y excitantes. Todos queremos que nos pasen cosas, aunque a veces nos acojonamos cuando nos pasan. Pero no hay nada más triste a tener la sensación de que en tu vida no pasa nada. Yo quiero que me pasen cosas. Preferiblemente buenas, claro...

Escandinavia me ha encantado. Copenhague tiene el encanto de las ciudades pequeñas y que te haces tuyas en 2-3 días. Lo primero que escuché en cuanto pisé tierra danesa y ya me había apalancado en el tren del aeropuerto a la ciudad fue rayogirl. Estaba muy melancólico e introspectivo al irme, y era ideal. Me quedo con el carácter aparentemente calmado y cívico que intuí de sus habitantes (en 3 días, no se pueden decir grandes verdades absolutas...), o el espíritu rebelde de Christiania, aunque se haya visto inevitablemente expuesta (y quizás desvirtuada) a ese mal de nuestra sociedad contemporánea que es el turismo desbocado. Que sí, que a todos nos gusta viajar, y acabamos haciendo cosas de guiris por mucho que vayamos a la nuestra, como es mi caso. Pero esa sobreexplotación turística a las que se someten los principales destinos acabará por ser contraproducente. El caso de diSoRdErLand es evidente por el mal que le está haciendo a sus habitantes, y porqué aquí el puto Lazarillo de Tormes hizo mucho daño y nos creemos más listos que el hambre. Especular es especialidad de la casa, y luego nos permitimos dar lecciones de moralidad a los políticos por sus 1000 casos de vergonzosa corrupción. Pero no nos da ninguna vergüenza comprar pisos de 30 m2 para alquilarlos por 950 euros, o por 100 la noche en Airbnb y que le den por culo a los vecinos de toda la vida. Este país da asco. Mucha de su gente da asco, y son vecinos y gente de la calle como tú y como yo.

Otra cosa que me planteaba uno de los pocos días en que fui a hacer una visita de guiri guiri (la Sirenita de Copenhague) es la tremenda estupidez que representaba. Vamos todos como zombies en masa a peregrinar hasta, en este caso, una escultura que no tiene nada de extraordinario pero que nos dicen que hay que visitar si estás en la ciudad. Y el objetivo básico es hacer la foto y demostrar que has estado. A medida que te ibas acercando, en la lejanía veías a un montón de gente apostada enfocando con sus cámaras y móviles a un punto concreto que casi ni se distinguía. Y en ese momento me pregunté qué narices hacía allí. Allí conocí a una chica suiza que me pidió que le hiciera una foto y me preguntó de dónde era. Ella estaba de visita a una amiga en Lund, y estaba pasando el día en Copenhague. Si me hubiera pillado a las 12 de la noche habría sido diferente, pero a esas horas del mediodía no tengo el instinto despierto. Lástima, porqué era agradable y guapa, y podía haber sido el inicio de una historia interesante y/o con viajes de por medio. Me gusta tener gente a la que visitar por el mundo, como fue el caso de La Catalana Con Pinta De Escandinava, que me enseñó Göteborg de arriba a abajo. Antes pasé por Malmö, y me divirtió buscar escenarios de 'Bron', una de las pocas series que he visto (y que me encantó). La noche bailando en el Jolene también fue muy divertida, y conocí dos alemanas, una chica de Londres, otra de Göteborg... 'This is not a fucking cocktail bar'... no hace falta que lo juren.

Y Estocolmo me ha gustado mucho también. Ciudad más grande que Copenhague y con espíritu más cosmopolita, y también con muchas cosas por ver y por vivir. Intenté huir bastante de lo típicamente guiri (aunque al final me dejara caer por los museos de ABBA y del Nobel, aprovechando que no pagaba) y disfruté como un enano en sus tiendas de música (he vuelto cargado de vinilos o libros a precios extrañamente baratos para lo caro que es TODO por allí arriba), en el museo Fotografiska, o viendo a Mando Diao en un programa de TV sueco y charlando después con uno de ellos. Me ha decepcionado un poco la vida nocturna (mucho bar, pero nada decente para ir a bailar como puedes hacer en diSoRdErLand cualquier día de la semana), aunque he vivido grandes momentos en el Cosmopolite (un antro con música electro pop ochentera que molaba mucho), el Debaser (aunque había poquísima gente, pero la música molaba) o sobretodo, anoche en el Pet Sounds Bar. Sin duda, mi local favorito de Estocolmo (de lo poco que he visto en 5 días, vaya): decorado con pósters de Bowie, Stone Roses, Oasis... hacen hamburguesas o ensaladas, tienen cerveza a 35 coronas (unos 3'5 euros; baratísima, para lo que es Suecia o Dinamarca), pude ver un par de conciertos bastante apañaditos en el sótano (recordaba un pelín a mi amadísimo Sidecar), y la sesión de música de después en la parte de arriba fue espectacular. Desde pop británico de los 90, a clasiquísimos como Kinks o The Clash, o grandes del rock'n'roll y del soul de los 60. Suerte que cerraban a la 1h, porqué ayer me hubiera quedado hasta el amanecer y hoy habría perdido el avión. Impagable el momento en que 2 suecas (rubias, por supuesto), se levantaron de la mesa de al lado y se pusieron a bailar junto a mi mesa con Little Richard, intentando liar a una tercera más tímida que se hacía la remolona. Estuve muy tentado de unirme al baile, pero me pudo la parte voyeur. Si los cubatas de Jack Daniels no hubieran costado 11 euros y hubiera bebido un tercero, me habría arrancado seguro. Poco me cuesta...

...y mientras escribo esto, me ha escrito La Chica Con Pelo De Chico, volviendo de una cena. Me ha escrito a media tarde preguntándme si había llegado y diciéndome que había soñado conmigo. He pensado bastante en ella estos días. Sobretodo los primeros. Se me ha pasado el enfado, pero quiero charlar con ella con calma. En principio cenaremos mañana. La verdad es que tengo ganas de verla, aunque una semana atrás estuviera decidido a no decirle nada más hasta que ella no rompiera el hielo. Lo rompió días atrás, y a partir de ahí, ya veremos. Ha habido momentos en que me habría gustado que hubiera estado allí conmigo, pero la realidad es siempre tremendamente imperfecta...