dimarts, 2 de maig del 2017

dOLoReS e iNCoMPetEnCiaS




El día se ha girado con una llamada de mi madre a media tarde. Estaba llorando, y me ha dicho que había ocurrido una desgracia familiar. Uno de mis primos, menor que yo, había fallecido. Al principio, te quedas como congelado, sin capacidad de reacción. Además, yo soy pésimo expresando este tipo de emociones, o diciendo las palabras adecuadas a los demás. Automáticamente, me sale una capa de hielo que lo cubre todo. Con el paso de las horas, no he podido quitarme esa especie de nudo en el estómago. Pero no es dolor. En todo caso, la parte de dolor que pueda sentir es porqué mis padres lo estén pasando mal. Por supuesto que no tengo ningún mal deseo hacia nadie, y desearía que nada de esto hubiera pasado, y que nadie de mi familia sufra. Pero, analizada de la manera más fría que se pueda analizar una situación así de terrible, lo cierto es que no tengo demasiados vínculos emocionales con mi familia, en la concepción más extensa y tradicional del término. Para mi, mi familia acaba en mis padres, y poco más (y no lo digo con rencor, es una verdad natural). Quizás algún tío o primo con el que haya podido tener un poco de relación (poca recientemente, la verdad). Y, sobretodo, mi abuela materna, que falleció hace un montón de años. Aquella muerte sí que me dejó roto. Yo era adolescente, y era una de mis primeras experiencias con la muerte. Y la quería un montón, porqué había pasado muchos momentos de mi infancia con ella. Me dolió muchísimo ese adiós. También me dolió, no hace muchos años, la muerte de mi abuelo paterno, porqué empatizaba bastante con él, aunque no hubiéramos tenido tanta relación. Pero la verdad es que, como ya he dicho otras veces en este blog, la relación con mi familia es prácticamente inexistente desde la adolescencia. Una vez que dejé de ir a la reunión anual navideña, casi no he tenido contacto con nadie. Supongo que por desinterés recíproco. Cada uno vive mundos muy diferentes, y la vida te va alejando de manera natural. Claro que puedo sentir cariño o una cierta nostalgia, pero si las relaciones no se cuidan, se acaban marchitando. Y en este caso, ni los demás se han interesado por mi, ni yo me he interesado por ellos, y supongo que es normal esta sensación tan extraña que me ha generado esta tragedia. Quizás alguno me vea como un monstruo inhumano o algo así. O quizás en el funeral me rompa y saque cosas que ahora parecen no estar ahí adentro. O quizás el concepto de familia es otra de las grandes mentiras sobre la que se sustenta esta sociedad tan terriblemente hipócrita. Por el simple hecho de ser hijo de tal y de cuál, ya es obligatorio tener que relacionarte o querer a sus hermanos, a las parejas de sus hermanos, a sus hijos... tengas o no tengas relación; tengas o no tengas cosas en común. Sean excelentes personas, o unos hijos de la gran perra. Es bastante absurdo. En mi cabeza asocio 'familia' a cosas negativas: muertes, enfermedades, cosas por compromiso que tanto detesto... (hablo de 'familia' en el sentido extenso; ya digo que para mi, familia son mis padres, o incluso algunos amigos).

Todo esto me ha generado dudas. Primero, de si llamar a mi tía o no hacerlo. Siempre he pensado que, en un caso así, me agobiaría que la gente me llamara. Suficiente dolor, rabia, o incomprensión te genera una situación así de desagradable y traumática como para tener que estar atendiendo y explicando y llorando 1000 veces lo mismo (tiene narices, porqué justo este mediodía, pensaba en lo intrusivas que llegan a ser las llamadas telefónicas en cualquier contexto cotidiano). Ya sé que la intención de la gente es buena en estos casos, y que quieren arroparte y hacerte sentir que no estás solo. Y que te desahogues y lo saques para que no te consuma dentro. Pero, aún así, estoy seguro que no querría hablar con nadie en un momento así. Me da pánico un momento así. Me da pánico cuál sería mi reacción. Sea como sea, no la he llamado. La verdad es que tampoco tengo su teléfono, y no he querido pedírselo a mi madre. Sentía que si la llamaba, molestaba. Y que sería algo hipócrita, cuando hace años que no hablamos. Y que hacer cosas por compromiso es muy deshonesto. Prefiero que se cague en mi por no haber llamado, que en el fondo, será más justo. Tampoco casi nadie me llamó a mi cuando me operaron hace unos meses, pero no me importó. Lo vi como algo normal, coherente, y fue casi un alivio evitar conversaciones por compromiso. Prefiero que lo que tenga que expresarle cuando la vea en el funeral, sea cara a cara, y de manera natural. No con el escudo de un teléfono de por medio. Y si tengo que llorar, llorar juntos. Y abrazarla. Y a mis primas. Y lo que me salga en ese momento. Hay una especie de sexto sentido que acaba aflorando en estos momentos, como guiándote los gestos adecuados. Porqué si ya soy de pocas palabras en algunos casos, en estos me quedo casi mudo.

A veces me pregunto de donde me sale esta frialdad extrema que gasto en determinados momentos, cuando, en el fondo, soy una persona extremadamente pasional y sensible. No bromeo; lo soy. En parte creo que es, precisamente, por eso. Es un escudo protector para que el dolor no me haga daño. Y, en parte, también pienso que soy un absoluto incompetente en el terreno emocional. Siempre me ha costado horrores expresar el amor que le tengo a mis padres. O expresar abiertamente lo que me hace sentir una chica que me gusta. Suelo expresarlo de manera más o menos sutil, o con gestos, o grabándole música que me gusta. Pero lo de las palabras no se me da muy bien. Como si hubiera una desconexión, una interferencia, entre mi mundo interior y mi mundo exterior. He perdido a chicas fantásticas con las que estaba por esto. Si el otro día escribía que hay cosas de mi que me encantan, también sigue habiendo cosas de mi que detesto. O que no controlo. O que no entiendo. En días como hoy, la vida es una puta mierda.


3 comentaris:

hiro ha dit...

Amb aquest tema tinc exactament les mateixes reaccions que tu. Em quedo freda, i no sé com reaccionar.
Fa uns anys va morir el pare d'una amiga d'infantesa amb la que ja no tinc relació, però vaig ser incapaç de trucar-la. Sempre he pensat que en una situació així, m'agobiaria que la gent m'atabalés, voldria estar sola. I quan em toca anar a un funeral o a un tanatori mai ser que haig de dir o fer. Em sento inútil.
Vivim en una societat que li dóna l'esquena a la mort. No t'ensenyen com gestionar les emocions ni com reaccionar davant del final de la vida.

Sobre el tema de la família, el punt de vista depén molt de en quina família t'ha tocat viure. Si comparo la meva amb la de l'Id (la relació que té ella amb els seus germans, i la que tinc jo amb les meves germanes i cosins) no té res a veure.
Sempre he pensat que la família és aquell grup de gent que un tria estimar (i aquí pot haver lligams de sang, o no).

Una abraçada!

Paola Vaggio ha dit...

Cuando estés en su despedida sabrás qué hacer. Yo pensaría como tú, que con una llamada se pueden molestar, porque estarán agobiados. No hay hijos ni padres perfectos, y cada cual expresa el cariño a su manera. Mi padre, por ejemplo, es super tierno via whatssap y e-mail, pero en persona es introvertido en cuanto a sus emociones. Un abrazo!

dEsoRdeN ha dit...

És cert, hiro: una societat que li dóna l'esquena a la mort... i a la gestió emocional; de tot a la vida: alegries, tristors, frustracions, èxits, fracasos... ja, cada família és un món, per molt tòpic que soni. M'agrada la teva definició :)

Ya, tienes razón, Paola. Esta sociedad lo divide todo en blanco o negro, y machaca las diferencias o las sensibilidades minoritarias. Los matices molestan. Es más fácil controlar las masas en términos de bueno o malo. De nosotros o ellos. Y, por supuesto, ahí está siempre la eterna culpa cristiana...

petons dEsoRdeNats