dimecres, 16 de setembre del 2015

La-cHicA-CoN-uNa-CH-eN-Su-NoMbRe




Me siento realmente cansado y con sueño, pero mi mente está erecta y frenética. Supongo que por eso estoy escribiendo a media tarde, cosa bastante extraña en mi. Los últimos días han sido intensos y me han hecho sentir y pensar. Adoro sentir que me pasan cosas y que estoy vivo, y eso es algo que muchas veces parece esfumarse cuando la rutina nos impregna el espíritu hasta adormecerlo, casi sin darnos cuenta. Hace un par de meses, Canadian-J me puso en contacto con otra chica californiana que estaba de viaje por Europa y se iba a instalar unos meses en diSoRdErLand: La-Chica-con-una-CH-en-su-nombre es bastante más joven que yo, ilustradora, y de una sensibilidad y pureza que resultan sorprendentes y embriagadoras. Tiene ese espíritu abierto y con un punto bohemio típicamente californiano, y aunque nunca levante la voz, tiene personalidad, iniciativa y ganas de conocer gente, lugares e historias. Tras hacer un curso para enseñar inglés, buscaba trabajo en la ciudad, y combinaba esa búsqueda con sus dibujos, el descubrimiento de diSoRdErLand, y la vida social. "Ésta es una ciudad muy viva, intensa y divertida" -me decía asombrada. Estuvimos 2 o 3 semanas enviándonos mensajes y haciendo conatos de quedar, pero no había manera de coincidir. Hasta que logramos cuadrar agendas una tarde para hacer unas cervezas en el barrio, pues vivíamos a escasos 10 minutos. Tras una cierta timidez inicial, el lúpulo ayudó a llegar al punto de conexión y empatía que enviaba a tomar por culo diferencias culturales o generacionales. Y casi sin darnos cuenta, empezamos a entrar en nuestras respectivas vidas como nuevos personajes de una historia por escribir. Me gustaba el punto de fascinación que le despertaban los sitios que visitábamos, la historia de mi vida, determinadas costumbres nuestras... todas esas cosas que, por cotidianas o familiares, no valoramos en absoluto y quedan escondidas por el polvo de lo rutinario. Ante sus ojos, toda aquella capa polvorienta de mi día a día se transformaba en algo nuevo, excitante, y le daba otro sentido a muchas de esas cosas. Ella lo convertía en algo renovado, vivo, diferente a lo que está acostumbrada al otro lado del océano, a través de su mirada fascinada y fascinante, y esos ojos abiertos, y ese espíritu esponja. "Cuando me explicas esas cosas, eres muy modesto", me dijo la otra noche, como instándome y haciéndome ver que quizás debería 'creérmelo' más, en un sentido positivo, como sinónimo de valorarme más. Seguramente tenga razón, la autoestima nunca ha sido mi fuerte, aunque por dentro sé perfectamente de lo que soy capaz, y de las cosas que soñaba de adolescente y luego conseguí. No me sale ese punto de vanidad, debe ser cosa de carácter. Cuando me presentó a sus amigos del curso (todos americanos o británicos, básicamente), les dijo "dEsoRdeN conoce los sitios más 'cool' de la ciudad; me ha llevado a lugares fantásticos", o algo similar, y me hizo sentir ciertamente especial. Me gusta esa manera tan 'limpia' y abierta de sentir o de expresarse que tienen fuera, tan alejada de los prejuicios, miedos, desconfianzas e introversiones tan típicamente nuestras. Creo que en la vida habría ido con gente de aquí a un bar a tomar cervezas mientras coloreamos sus dibujos, como hicimos el otro día. Así lo sienten, así lo hacen, y ni se juzgan, ni se critican, ni se avergüenzan de nada. Les envidio mucho esa capacidad.


Hace unos días, me dijo que tenía dos entrevistas de trabajo: una aquí, y una en Budapest. Quizás allí fue la primera vez que detecté que me estaba calando algo dentro: sentí claramente que no quería que se fuera. Sentí que me estaba dando ese aire fresco que necesitaba hace tiempo, que me estaba sacando mi mejor versión, la más activa, la más generosa, la más positiva... estaba consiguiendo hacerme olvidar por completo rutinas y marrones de curro, y volvía a hacer de mi vida algo excitante, proactivo y con contenido... admito que cuando me dijo que lo de Budapest no había prosperado, mi Yo-egoísta sintió cierta alegría o alivio. Y quizás como castigo, el destino me tenía preparada una sorpresa: el lunes por la noche me explicó que había decidido irse igualmente allí, porqué veía más opciones de encontrar trabajo y era una ciudad más barata en la que poder sobrevivir. En ese momento me cagué en todos los malditos especuladores que han convertido diSoRdErLand en esta ciudad para ricos, de falsas apariencias y aires de grandeza y glamour. Había planeado montones de cosas para hacer juntos las próximas semanas, le había ayudado a buscar curro tirando de contactos que pudieran echarle una mano, y quizás por analogía, había dibujado momentos, historias y situaciones que vivir junto a ella. Pero en 2 días se iba.

Anoche quedamos con todos sus amigos para despedirla. Fuimos de tapas, bebimos en una tasca súper auténtica que encontramos de casualidad, conversé con gente de Gales, Inglaterra, Michigan, Minnesotta, Boston, una rubia hippie californiana muy resultona a la que en otras circunstancias habría intentado seducir... bebimos, bailamos en la bodega hasta que la camarera nos pidió que parásemos, y me sentí parte de ese grupo de alocados amigos que nunca tuve en el Erasmus que nunca hice. Quizás eso habría solucionado muchos de mis problemas de comunicación dentro-fuera, o de introversión selectiva. El abrazo de grupo de la autodenominada The Secret Society que desembocó en saltos y cánticos, todos abrazados, en la entrada de la boca del metro, fue otro de esos extraños y mágicos momentos en los que gente que ni se conocía horas/días antes conecta y crea algo único, especial y con fecha de caducidad. Una fugacidad que aumenta la belleza del momento, y también el dolor de sentir que seguramente eso no se volverá a repetir nunca más, y se convertirá en un flash de memoria legendaria.

Poco a poco nos fuimos dividiendo, a medida que cada uno encaraba su camino, hasta que nos acabamos quedando ella y yo. Aunque estaba cansada y quería irse a dormir pronto, la convencí para ir a compartir nuestra última copa. El florista de las frases hechas hizo acto de presencia, y fuimos dibujando nuestras últimas conversaciones con el cronómetro cuenta atrás apretando y rasgando esta no-historia de final amargo. La acompañé a casa, nos fundimos en abrazo y beso final, y le dije que me sentía triste. Sí, hasta ha conseguido que diga cómo me siento, la muy jodida. Y, efectivamente, al volver me sentía triste y enrabietado porqué la realidad siempre acabe siendo igual de decepcionante. Enseguida me envió un mensaje, y le volví a decir que me sentía triste, aunque alegre por ella, y que estaba convencido que todo le iría fantásticamente bien allí, y que si encontraba apartamento iría a verla. Lo último que podía y quería hacer era irme a casa, así que me largué yo solo al Sidecar, a ver si bailando se me pasaba. Al llegar, el local estaba extraña y completamente vacío, lo que acrecentó lo deprimente de la situación. Atacado por el alcohol, me largué a dar una vuelta mientras me decía a mi mismo que quizás le enviaría un mensaje a la rubia hippie californiana, o a I-Gafapasta, que me insistió el otro día para quedar (y hoy ha vuelto a hacerlo). Sí, seguramente fue algo mezquino querer usar a otras para olvidarme de ella, pero es lo que me salió de dentro en ese momento de frustración y rabia. Acabé volviendo al Side, que ya estaba lleno, y hasta me costó ponerme a bailar. Pero acabé haciéndolo, y conocí primero a una rubia borrachísima a la que intenté besar como venganza vital, y luego a S-Riccia, una italiana actriz y cantante muy guapa, que me hizo sorprendente caso. Bailamos de manera obscenamente preciosa, charlamos, bebimos (más), y nos dimos un largo paseo de vuelta a casa. No pasó de ahí, pero me vino muy bien para liberar la mente y el alma. Esta mañana el diSoRdEr's Palace tenía ese regusto extraño de las noches después, en que el recuerdo fresco de tus vivencias te hace verlo todo distinto, con otros matices, con un contenido que llena el vacío habitual. Todavía mareado y con alguna náusea de resaca, he visto que me había escrito un mensaje, y le he contestado deseándole un buen viaje. A estas horas ya debe haber aterrizado, a casi 2.000 km de distancia. He unido las dos ciudades en Google Maps para comprobar la magnitud de la tragedia. Un enorme agujero negro por el que se cuelan todas mis frustraciones y los recuerdos de mis no-historias de fatalismo dEsoRdeNado. Hacía un montón de tiempo que no sentía obsesión por alguien, qué cosas...


Esta tarde he llamado a uno de mis artistas favoritos para hacerle una entrevista telefónica, y he sentido que había sido una mierda: preguntas 0 elaboradas y originales, y respuestas de robot promocional. He tocado un poco la guitarra, hasta casi quedarme dormido en el sofá. I-Gafapasta me envía un mensaje para quedar mañana, y otras amigas decían de ir a ver a Crystal Fighters el sábado. Algunos de los miembros de The Secret Society han quedado esta noche, pero necesito descansar, dormir, hacer limpieza interior y desenchufar la centrifugadora. Mañana vendrán mis padres a comer, y no he tenido fuerzas para bajar a comprar algo. Estoy escribiendo casi a oscuras. Y por fuera también...




2 comentaris:

hiro ha dit...

Que trist! i quina pena que al final marxes..! Aquesta noia semblava realment especial i fascinant! i m'encanten els seus dibuixos! (les del post són il·lustracions seves, oi? té un estil que em recorda als dibuixos de la Djuna Barnes)
Ànims! qui sap, potser algun dia torna a Bcn i els vostres camins es tornen a trobar. Coses més estranyes s'han vist ;)

dEsoRdeN ha dit...

Doncs sí, així és la meva realitat... :S (sí, tots els dibuixos del post són seus; a què molen? :D Li hauré de donar un cop d'ull a Djuna Barnes). Cada vegada sóc menys de fer-me il·lusions; em conformo amb els balls nocturns amb desenes de noies, i les petites històries que, de tant en quant, provoquen...