Es tan bello el azar, que no me importa repetirme más que el ajo. Dos días persiguiendo arriba y abajo al nuevo dios rossonero, para acabar encontrándomelo a 5 minutos de casa, cuando ya estaba fuera de servicio. ¿Hay algo más placentero que un triunfo con sabor a casualidad que le da a todo un irresistible aroma de intranscendencia?
Hasta las narices, recibo relevo para largarme a disfrutar de mr. Waits. Genio y figura. Showman de aullidos de lija. Desde el inicio*, hasta el final, con fallos técnicos incluídos, y con una puesta de escena excelente. Cabaret circense, trapecista del tiempo, cuerdas vocales que resuenan a cigarettes & alcohol, y un repertorio infinito y pluscuamperfecto de idas y venidas temporales. Encantador de masas. Pianista de Hamelín. Improvisado monologuista. Ladrón de sonrisas negras. Congelador de manecillas del reloj. Incluso de los que no van con manecillas. Vía sms, me entero que el mago de la eterna sonrisa me deja. Y lo que es peor, su nuevo romance es lombardo. Y sus colores también son el rojo y el negro. Cuando las coincidencias son de un cinismo que jode.
Vuelvo en Nit Bus. Lo que en otros sitios llaman búhos, cosa que me sigue haciendo mucha gracia. La radio me chiva a la oreja que la última cena es casi en casa, y con muchos aspirantes a hacer el papel de Judas. Es lo que tiene convivir con ladrones de guante verde. El de la hierba que se convierte en oro. Bajo del bus, justo a tiempo. Los primeros flashes parpadean, y me cuelo por el único hueco entre la multitud y la pared, como anguila nocturna. Salen Judas, ladrones y ÉL, y decido abordar por el único hueco posible. Robo sonidos. Hago fotos con alcachofas. Y por esas estupideces, me pagan alquiler, viajes y demás vicios.
Tras la marabunta, regreso a casa, y pocos minutos después, la red global me permite ver la cuña gratuíta mundial que he colado en una instantánea histórica. Me hace gracia, aunque sé de qué pie calzan en el tercer piso y que no va a haber ninguna recompensa. Moral o, ni mucho menos, económica. Al día siguiente, llamadas, felicitaciones (que no acabo de entender), entrevistas y, sobretodo, mucha broma. Amenazas de cortarme la mano. Siento el orgullo de lo absurdo de la situación. Me encanta mearme en la cara de lo supuestamente importante en el planeta de las apariencias. Me encanta ser grano en el culo, ni que sea por unos segundos de azaroso placer.
* Exclusivos recuerdos imborrables y desordenados que me encanta compartir con locos, enajenados y demás animales nocturnos
4 comentaris:
Bé, esperaré fins que et passe l'amor futbolero.
B7
Diuen que el que espera desespera, reina roja...
Has escoltat el meu regalet? ;)
ptns
la foto era tuya???
eres un crack, se mire por donde se mire!!!!
abrazos
No, lost. Lo que era mío es un objeto que sale en la foto, bien cerquita de los piños de R10... jeje
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