dijous, 31 de juliol del 2008

coNjUntO VaCío





Domingo: la A lombarda me envía un sms para quedar el lunes, porqué se va el martes todo un mes a Milán, y se quiere despedir de mí. Lunes: cuando estoy saliendo del curro y voy a llamarla, la A lombarda me escribe un sms para decirme que ha quedado para cenar con sus amigas que le quieren despedir, y no tendrá tiempo de quedar conmigo. Mezcla de ténue indignación y pasotismo. Un minuto después: le envío un sms a la Tica P por si corre por casa, y romper la racha de semanas sin vernos. Otro minuto más tarde: la Tica P responde afirmativamente, y nos vamos a cenar a un italiano. Tras comida, vino, charlas y demás prolegómenos, nos vamos a su casa a follar como animales, que de eso se trataba. La mañana siguiente, nos despedimos, y sé perfectamente que podemos estar semanas sin volver a vernos y no pasará nada. Martes: la B belga me envía mail para quedar el viernes en Amberes. Me pasará a recoger a la estación, y por la tarde-noche nos encontraremos con "mi" A belga. Tengo muchas, muchas ganas de verlas, y a lo mejor el sábado nos vamos a un festival a ver otra vez a los Sex Pistols. Estoy un buen rato de agradable charla con sabor a deja vu con M. Miércoles: celebro mis recién estrenadas vacaciones (!!!!) comiendo con SS, conocida en la profesión como S Tetas. Obviaré el motivo. Continúo mis recién estrenadas vacaciones cenando con E. Mi eterna E platónica, que está haciendo una sustitución este verano que nos ha vuelto a juntar. Coincidimos en que parece que fue ayer el punto donde lo dejamos todo, hace ya 4 años. No puedo parar de hablar, de escuchar, de reir, y de contemplarle esos ojitos marrones que lucen en todo su esplendor cuando en el restaurante suena esta canción que le grabé en su día, pensando en ella, claro. Por extensión, recuerdo esta otra canción (la 2ª), que también le grabé expresamente. Y de verdad que me alegro mucho por ella cuando me cuenta cosas de su novio. En su día lo pasó mal, y me lloró en el hombro alguna vez cuando rompió con el de toda la vida, y ahora me gusta volverla a ver sonriente y radiante. La velada pasa como un cohete, desde que la voy a buscar al bus, hasta que la dejo en su casa tras un paseo de un par de km. que me parecen 10 metros. La quiero tanto que nunca seré capaz de decírselo, porqué no hay combinación de letras posible para expresarlo. Soy un completo imbécil, y tengo lo que me merezco.