divendres, 19 de juliol del 2019

jAULa dE TeLa





Estirado en la cama (colchón blando, afortunadamente), metido en una mosquitera, y escuchando las olas del Golfo ir y venir. El viento no ha parado de soplar en estos días en la isla, y aunque el tiempo no ha acabado de acompañar, me lo he tomado con bastante calma. Seguramente el relax y la parsimonia caduquen en una semana, cuando vuelva la rutina laboral. Pero me preocupa bien poco ahora mismo. El ritmo anímico lo condiciona el entorno, y está claro que nuestras vidas cotidianas son un error. Seguramente, programado por los titiriteros. No sé hasta qué punto es real pensar que tenemos en nuestra mano las tijeras, pero independientemente de los cortes que nos provoquen, creo que es así.

Ver la fiesta de la luna llena como observador semi externo es un interesante ejercicio de análisis sociológico (no muy favorable para el ser humano, todo sea dicho). Y es curioso que la barrera para sentirte integrado no sea ni el grado alcohólico ni el hecho de ir solo (como si eso fuera un problema...). No, la verdadera exclusión y distancia la marca... la música. O su ausencia, sólo suplantada por el ruido. Chumba-chumba, canciones fáciles, o ritmos de laboratorio con letras estúpidas, muy adecuados para la pasarela de vanidades y exhibicionismos que se planta delante de tus ojos. Un show grotesco y fluorescente en el que es obligatorio hacer ver una felicidad imposible de conseguir con estos ingredientes. Con selfies, mucho mejor. Era un momento tsunami bastante claro.

Me relaja el sonido del teclado de la tablet. Como una máquina de escribir del siglo XXI, ocupando menos. Me gusta la sensación rupestre de esta isla, con caminos estrechos, mal asfaltados y que se inundan con las lluvias habituales de la zona. O estos taxis semiclandestinos que te regatean el precio del trayecto, y que compartes con una familia de alemanes, con jóvenes internacionales de medio mundo, o contigo mismo. Se ven muchas construcciones, y me temo que será cuestión de tiempo que pierda este encanto. Curioso que el teórico desarrollo lo acabe estropeando todo. Oigo el ruido de un animal ahí fuera. Parece un pájaro. Yo soy el animal invasor aquí, y tengo consciencia de ello.




dimarts, 16 de juliol del 2019

aLMoSt fuLL MoOn iN LamAi





Transito por calles que fueron nuestras, a miles de kilómetros de las mías. En este pequeño paraíso tropical todo se ve de otra manera, porque viven de forma distinta. El ritmo baja. Las prioridades cambian. Y casi sin darte cuenta tú también cambias la manera de relacionarte con el mundo y ese extraño entorno, inmediato pero ajeno. El ventilador gira a un lado y a otro, como tú intentando retener en tu mente tantos estímulos. Exóticos, distintos, abrementes. ¿Serías capaz de vivir así y aquí? ¿Dejarlo todo y a todos y empezar de cero? ¿Destruirte y reinventarte en alguien nuevo? ¿Cuánto de uno mismo lo genera el entorno en el que se mueve? ¿Somos realmente como somos, o en realidad son las circunstancias las que no hacen así? ¿Por qué te gusta tanto explorar mundo a tu aire, y cuando cae la noche añoras compartirlo con otras personas? ¿Es realmente una voluntad generosa de que otros vivan eso contigo, o es puro egoísmo de tener alguien ahí al lado, sin que sea especialmente transcendente quién ocupe ese lugar? ¿El mundo te hace cínico, o es tu cinismo el que hace que el mundo sea así?

Pasan los meses y ya son más de cinco. La otra noche soñé con ella. Creo que por primera vez en todo este tiempo, pero la memoria podría estar manipulándome. Fue como un susto girar la cabeza y que estuviera allí, con las piernas recogidas como la sirenita danesa, preguntándome si no la quería o si era ella la que no me quería a mi. Fue algo angustioso, pero si salió a flote es porque sigue ahí sumergida en la inacabable oscuridad de su ausencia eterna. Sigo sin entender nada de nada, y sigo odiando su cobardía, su inacción, su silencio y su cero esfuerzo por intentar recuperarme. Tengo valor cero en su mercado de valores, pero como de eso parece ir escasa, quizás no sea tan mala noticia. Que no te afecten los actos (o su ausencia) de quien demuestra no merecerlo debe ser el paso definitivo para alcanzar la madurez o la propia autoafirmación en esta jungla de YOs. Sigo caminando, cojeando de ánimo, pero con un hambre irremediable de coleccionar momentos memorables. Tampoco me parece que se pueda aspirar a mucho más en este planeta...




dilluns, 8 de juliol del 2019

tOCa vidA




Mezclar gente random es uno de mis juegos preferidos. Y, curiosamente, en un número elevado de ocasiones, la jugada suele salir bien. Quizás la incerteza hace que la gente sea más abierta, predispuesta, o lo mire todo con menos prejuicios. O quizás sea que al no llevar las caretas del día a día ni los cinturones de castidad de los roles cotidianos, todo fluye mucho más fácil. Bueno, y la música siempre ayuda, claro, y es el nexo más fácil para tejer complicidades fortuitas. Ahora toca otra de mis actividades favoritas: dejar atrás sitios, caras, problemas y rutinas, y lanzarme a ver mundo a mi aire. Tiempo de reflexionar, pero también de saber no hacerlo. Las horas previas son siempre de estrés y angustias por no dejarte nada, hacerlo todo deprisa y a última hora, y querer hacer la maleta más ligera posible y darte cuenta de que no te cabe todo lo que te quieres llevar. Al final es siempre un ejercicio de equilibrismos y volúmenes imposibles, y sabes perfectamente que a la vuelta será todavía aún peor. Y te das cuenta de la cantidad de objetos, ropas, y productos médicos o de limpieza que usamos en el día a día. Resumir mi mundo de los próximos 15 días en una maleta pequeña y una mochila de mano, esa es mi misión...






dimarts, 2 de juliol del 2019

aÑoRaNZa dEsoRdeNada




Recuerdo cuando empecé a escribir por primer vez por internet que se vivía una especie de época dorada de los blogs. Los recuerdos siempre son difusos y la memoria tiende a imaginar muchas veces cosas que realmente no pasaron o que no coincidieron en el tiempo, pero juraría que por aquél entonces no había descubierto aún Facebook, y mucho menos Twitter ni Instagram. De hecho, a esta última red social me resistí hasta hace poco más de un año. Siempre he sido muy de resistirme a todos estos cambios y a las nuevas tecnologías, aunque al final acabo cayendo (pero normalmente con reservas). La primera vez que oí hablar del mail, estando yo en la universidad, me reía de mis amigas que lo usaban, como si fueran freaks de otro planeta. Hasta hace 3 años no tenía ni whatsapp (de hecho, no tenía smartphone), y me lo acabé poniendo únicamente para facilitar la comunicación en el Primavera Sound. Ahora lo uso a mi manera, cosa que quizás ponga nerviosa a alguna gente (cosa que me importa bien poco): escribo cuando puedo y cuando tengo ganas, y eso excluye situaciones que me parecen obvias pero que para mucha gente parece que no lo son: si estoy con alguien, si estoy en un concierto, o en el cine, o comprando, si estoy trabajando, si voy caminando por la calle... no soporto a la gente que va escribiendo mientras camina por la calle, o los que se quedan parados en mitad de la acera, entorpeciendo el paso de los demás. Putos yonquis. Zombies sin alma. Egoístas incívicos y maleducados. Esclavos de estos tiempos en que nos hacen correr tanto para que no pensemos ni seamos críticos con todo lo que nos están atropellando y todo lo que nos están robando. Admito que he deseado que atropellaran a alguien que iba caminando y mirando el móvil, sin importarle una mierda entorpecer el paso de los demás. Me parecería muy merecido. Sea como sea, soy de los que puedo tardar un día en contestar un whatsapp, o varios si estoy de vacaciones. Hay gente que se lo toma mal, pero mis tiempos los marco yo, y me pone muy nervioso el intrusismo personal que intentan vendernos como normal en esta era de las supuestas comunicaciones inmediatas. Y no hace falta decir que cuando me voy a la cama, apago el móvil. Faltaría más que alguien me molestara en mi momento más sagrado.

Volviendo al inicio, añoro aquella época en que los blogs hacían chup chup. Había muchísima vida, muchísima interacción, y gente que no conocías de nada pasaba a formar parte de una especie de comunidad y de amistad de segunda dimensión. Amistad virtual que, aunque nunca me lo hubiera planteado al empezar a escribir en blogs, se acababa convirtiendo en real, de carne y hueso, en muchos casos. Por entonces todavía había muchos prejuicios y parecía que fuera algo de gente extraña, asocial, taraos psicópatas o cosas peores. Conocerse por internet, qué degenerados... es curioso cómo han cambiado las percepciones sociales comunitarias en unos pocos años... ahora el raro soy yo por no haber usado nunca Tinder ni similares. Pero al fin y al cabo, aquél era un proceso mucho más natural que cuando conocías a gente en una noche de fiesta. Y mucho más real. Porque esa gente que te leía a no sé cuántos kilómetros de distancia te conocía mucho más que muchos de tus supuestos amigos 'reales'. Empecé el blog de manera anónima precisamente como autoterapia, para expulsar fantasmas y demonios sin caretas, represiones ni inhibiciones. Y resultó que la gente lo comentaba, y te daba sus impresiones, y te hacía reflexionar sobre esto o aquello. Y era realmente interesante verte en sus ojos sin prejuicios previos que estuvieran condicionados por los roles que nos asignamos inconscientemente en nuestra vida cotidiana. Era una mirada mucho más pura y genuína, y estoy convencido que hoy no sería quien soy sin toda esta vida virtual, que curiosamente era mucho más real y auténtica que el 90% de relaciones de carne y hueso.

Y supongo que si añoro todo aquello es porque mi vida de carne y hueso sigue teniendo muchos agujeros. Pasan los años, y va pasando gente por tu vida, y relaciones que se hacen y deshacen con menos consistencia que las nubes en el cielo. Miro a mi alrededor y sólo veo a gente perdida, inconsistente, vaporosa. Yo debo ser igual. O quizás no encuento a quién demostrarle que no. Y si me aferro tanto a la música es porque no confío en la gente y no siento especial apego por los animales. Sin duda la música es la forma más perfecta e infalible de belleza. La que lo hace todo más soportable. Y la que te regala todas las emociones que te niegan los humanos y que tanto necesitas.