qUiéReMe Si tiENeS NaRicEs

Nos han hecho falta 5 segundos para recuperar la magia. El tiempo de darnos dos besos y unos de esos abrazos tan fuertes en que parece que queramos fundirnos en un solo cuerpo. Admito que al principio iba con un poco de recelo y esa pequeña herida sin cicatrizar por tu plantón en mi cumpleaños; nada que no envíe a Marte de una patada con cuatro bromas, tres ideas locas de futuro, y la primera de tus 1000 irresistibles sonrisas, capaces de pulverizar de un plumazo los 1000 pequeños odios que haya podido sentir en estos 6 últimos meses. Igual que soy capaz de olvidarte (o casi) cuando estoy un tiempo sin verte, me doy cuenta de que soy incapaz de odiarte cuando te tengo delante. Y no puedo resistir tocarte, y cogerte la mano, tocarte el pelo o abrazarte. Cuando íbamos por la calle abrazados y dándonos besos de juguete, deseaba que todo el mundo nos viera la felicidad en la cara y se contagiaran. Y he llegado a imaginarme que aquello era real. Que aquello es realmente posible sin caretas ni disimulos. Y realmente lo creo, o lo quiero creer. Porqué sé perfectamente que nunca nadie me hará sentir lo mismo. 10 años después, y es tan o más intenso. Me ha quedado el olor de tu pelo en el antebrazo, y mis hormonas siguen alteradas. Quizás yo sea mi peor enemigo. O quizás detecte tu resistencia, y no la alcance a comprender. Pero estoy convencido de que, en el fondo, lo único que te pasa es que no te atreves a afrontar este reto. ¿Capaz o incapaz...?