Siempre acabo volviendo al blog en momentos bajos, de tedio vital, soledad más o menos voluntaria y necesidad de vomitar descontentos. He visto en el mail que me han borrado un par de entradas y desconozco el motivo, pero con lo puritanos que suelen ser en todas las plataformas y redes sociales, quizás debí poner alguna foto de alguna teta (femenina, claro, el pecho masculino nunca les ofende ni escandaliza), o desear la muerte de alguien, o cosas así espontáneas. La sociedad está cada vez más gilipollas, se acumulan cretinos y fascistas (redundante, lo sé...), y convierten en heroínas a las que traicionaron a sus compañeras por supuestos 'éxitos' egoístas y en pringadas perdedoras a las que fueron consecuentes e íntegras hasta el final. Una de las muchas razones para desear que pierdan el domingo.
El panorama es desolador y no sé cómo salir del atasco. Algo dentro de mí quiere, pero otra parte está tremendamente cómoda en el confort de mi propia compañía. Alrededor pasan muchas cosas negativas y el conflicto vuelve a merodear en partes sensibles de mi vida. Y duele. Y genera impotencia, y miedo de volver a pasar por episodios negros de una historia que creía que había quedado atrás. Sin empatía ni respeto no nos queda nada, y esas deberían ser nuestras lineas rojas. Como mínimo estos días ha habido calma alrededor, y ojalá el subnormal de abajo no volviera nunca de vacaciones. Me da exactamente igual el motivo, porque hace mucho tiempo que le perdí el respeto que no merecen los que no respetan a los demás sin venir a cuento. Por puto egoísmo, incivismo o por pura irresponsabilidad. Abrí un proceso de mediación en el que confío cero, pero si tampoco responde a algo oficial, quizás llegue el momento de pasar a otro nivel.
Y a todo esto, me han pegado una buena hostia con la revisión de la hipoteca, y se me junta con el trastero que me pillé hace un par de meses. Aún así no me he estado de irme de vacaciones bien lejos, y la semana que viene lo remataré con otra escapadita más cercana. Y en septiembre me voy a Glasgow a ver a la diosa PJ, porque todo me la trae floja y si no me cuido yo, nadie lo va a hacer por mí. La música sigue siendo la vía de escape, y dudo de que eso pueda cambiar alguna vez.