No debes imaginarte nada. No debes hacerte expectativas. No debes... cuántas veces te has dicho eso a ti mismo? Y cuántas te has hecho caso? Tu propia incapacidad o tu propia torpeza son tus peores enemigos, no hay duda. A veces nos cuesta diferenciar la realidad de los deseos, y tendemos a confundirlas y entrelazarlas, por las ganas de que pasen las cosas que realmente no nos pasan. Las cosas que nos ayudarían a ser más felices, o sentirnos más plenos, o más YO. Hablo del YO real, no el de la máscara del día a día. Del YO que muchas veces no sacamos... por miedo? Todo es realmente absurdo. Algo que se ve muy fácil en la teoría, y luego cuesta tanto de aplicar a veces en la práctica. Es terrible darte cuenta de que pasan los años y siguen los mismos quistes. Una colección de fracasos o inacciones que pesan más cuanto más pasan, por mucho que prolongues por más tiempo el espacio entre error y error. Un discapacitado emocional. Sí, esa podría ser una buena definición...
Me he sentido tan identificada en cada palabra, que me ha dado hasta miedo ( más bien vértigo), de todo el desperdicio que es mi vida en estos momentos.
Lo que sucede es que, a menos que seamos unos pros del autoconocimiento, es de lo más complicado no concederle tanta importancia al deseo. Y con él, siempre viene el desencanto. Yo todavía no descubro la llave mágica que me dirija a una vida sin deseos, sin satisfacciones no confusas. No sé tú.
Casi que preferiría otras definiciones cuando hablo de mi, Amapola Azzul... :)
Supongo que es inevitable sentirse así a veces, Pío. Todos tenemos nuestras etapas, algunas mejores, y algunas peores. Aunque a veces hay quistes que parecen estar ahí eterna e irremediablemente...
A mi los deseos no me molestan, Siberiana, y de hecho, me gusta sentirlos, porqué me hacen sentir vivo; la verdadera putada es que raramente se cumplen...
4 comentaris:
Bueno, me gustan tus definiciones.
Saludos.
Me he sentido tan identificada en cada palabra, que me ha dado hasta miedo ( más bien vértigo), de todo el desperdicio que es mi vida en estos momentos.
Lo que sucede es que, a menos que seamos unos pros del autoconocimiento, es de lo más complicado no concederle tanta importancia al deseo. Y con él, siempre viene el desencanto.
Yo todavía no descubro la llave mágica que me dirija a una vida sin deseos, sin satisfacciones no confusas.
No sé tú.
Abrazos.
Casi que preferiría otras definiciones cuando hablo de mi, Amapola Azzul... :)
Supongo que es inevitable sentirse así a veces, Pío. Todos tenemos nuestras etapas, algunas mejores, y algunas peores. Aunque a veces hay quistes que parecen estar ahí eterna e irremediablemente...
A mi los deseos no me molestan, Siberiana, y de hecho, me gusta sentirlos, porqué me hacen sentir vivo; la verdadera putada es que raramente se cumplen...
que se os cumplan los vuestros!
mordiscos
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