Es curioso cómo, a veces, el azar, te regala momentos o personas que parecen caídas del cielo. Parecen surgidas de la nada, aparecen casi de puntillas, pero llegan justo a tiempo para salvarte. Son la mano que evita que te caigas al abismo de tus propias miserias, o a las de algunas personas tóxicas que te rodean y quieren arrastrarte con ellas al pozo de su mediocridad e ineptitud. Y, salvando distancias culturales, generacionales o de fronteras transoceánicas, te ofrecen, sin pedirte nada a cambio, experiencias diferentes, conversaciones para volver a creer en la humanidad, o en la inocencia, o en la pureza de las personas. Quizás tú también les ofreces algo a cambio de nada sin darte cuenta, e incluso puede que también lo escriban en su blog anónimo sin que tú llegues a saberlo nunca. O quizás no, pero te gusta creer que eso pueda pasar. Metafórica (y literalmente), dibujamos y coloreamos una noche que habría sido otra más, y la convertimos en algo diferente y estimulante. Pero, evidentemente, nada es perfecto, y cualquier parecido de la realidad con una película azucarada de Hollywood es pura coincidencia. Y cuando parece que la conexión puede llegar a germinar en algo realmente interesante, y cuando ya has hecho miles de planes imaginarios en tu mente para compartir las próximas semanas, esa persona te dice en una noche de lunes entre cervezas, vodkas y whisky sours que se va a ir de la ciudad en 2 días a buscarse la vida a Budapest, e intentar conseguir el trabajo que no ha encontrado aquí. Y por mucho que te alegres y le desees lo mejor en su aventura de crecimiento personal, no puedes evitar sentir una pequeña decepción. Un conato de tristeza, una pieza del puzzle que parecía encajar y se pierde, volviendo a dejarte el mismo vacío que había antes. La maldición sigue su curso; mind the gap...
2 comentaris:
Pero hay que seguir adelante.
Besos.
Creo que hace tiempo que me parece caminar de lado, casi sin moverme de sitio, Amapola Azzul...
bss
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