nO QuiERo dECiR La pALabRa, pErO adMiTo qUe La hE PeNSadO...

Estos días estoy descubriendo cosas de mí mismo que no conocía. O quizás sí, pero las tenía por ahí escondidas. Cosas que me están haciendo reflexionar. Y darme cuenta de que... sí, el síndrome de Peter Pan que creía eterno quizás no vaya a ser tan prolongado. O al menos, tan pronunciado. Serán las hostias de la realidad, que te hacen despertar de golpe. Y van aniquilando poco a poco al estúpido niño mimado que siempre he tenido dentro, para arrancar de cuajo al hombre que se supone debería andar ya por ahí metido. Cuestión de tiempo, simplemente. Y de supervivencia. Todo es tan jodidamente hostil ahí afuera, que habría que ir arreglando lo de dentro para compensar con algo de equilibrio. No pido milagros. Soy como soy, y mi esencia desordenada dudo mucho de que la pierda nunca. Pero ante tanto intento de mordisco, o respondes, o estás listo, siendo consciente que muchos de esos mordiscos te alcanzarán, y que eres tremendamente vulnerable. Y ante una realidad que no sólo depende de tí (y, por tanto, nunca se amoldará a tus deseos al 100%), o te quieres a tí mismo antes que a nadie, o nadie después te querrá a tí.

Y eso estoy intentado hacer desde hace un par de semanas: quererme a mí mismo más que nunca, y no hablo de masturbación. Sólo de onanismo espiritual. Aprender a disfrutarme, y a disfrutar de los demás con la mochila que llevo puesta. Y aprender a ponerme por delante de mis obsesiones y dependencias, y apartarlas a empujones si hace falta. Por mucho que sigan obsesionándome, es pura cuestión de dejarlas a un lado del camino para que no molesten ni me impidan avanzar. No se puede forzar la realidad para amoldarla a tus deseos, porqué se te romperá en 1000 pedazos en los morros, y te clavará 999 astillas. La vida no es una cuestión de blanco o negro, ni de ahora o nunca. Esto no es torneo del KO, sino de regularidad.

Y sobre el amor, no sé si estoy aprendiendo algo. Pero sí que sé que lo estoy llevando mejor. Me sigo cagando en la condición imposible de todas y cada una de mis historias amorosas. Cada vez estoy más convencido que me debió tocar un stock en mal estado. Lleno de taras. Como soy tan despreocupado, algún listo hijo de perra me coló un gol por la escuadra, y cuando me dí cuenta, ya no había tiempo para remontar. Pero será por inconformismo, o por inconsciencia, o por ludopatía emocional, pero yo sigo queriendo jugar e intentarlo hasta que el árbitro pite el final. No me hace falta ni mirar al marcador para ver si todavía es posible el milagro. Necesito emociones intensas que me hagan darme cuenta de que estoy VIVO y me recarguen las ganas de seguir estándolo.

Y lo bueno de esta última historia de mierda es que me ha recargado las baterías con un poder alcalino. Y me ha ayudado a descubrir todas estas cosas a las que me refería al principio. Y a darme cuenta de que, sí, seguramente algún día seré capaz de amar a alguien de verdad, libremente, sin cadenas obsesivas ni fantasmas que dan mucho miedo. Creo que esta última vez he llegado a sentir algo así, ni que sea por momentos, y me he sentido bien. No puedo ni imaginarme lo que se debe llegar a sentir cuando algo así es recíproco...