dimarts, 29 de setembre del 2015
viSTa CaNSadA
divendres, 18 de setembre del 2015
tOdO mE sALe aL ReVéS
Mesas fuera de sitio, ropa en el suelo, olor a semen (me gusta ese olor), y la música sigue sonando, aunque la casa esté algo más vacía que hace un rato. Ha pasado lo que no quería que pasara, porqué esto va así. Mientras escuchábamos al grupo de gente tocar y cantar en el bar, me había puesto el escudo, pero los pantalones se me han caído con la cerveza. Maldita cerveza. Y malditos pantalones de caída fácil. Quería sentirme fuerte, implacable ante la tentación, pero he sido incapaz. Lo habría conseguido en otras circunstancias, pero hoy necesitaba algo así. Más por dentro que por fuera, por pura supervivencia mental. Necesitaba una de las habituales venganzas vitales. Necesitaba un chute de autoestima. Necesitaba olvidar. Necesitaba tapar mis vacíos gruyere. Necesitaba escuchar cosas que otras que quisiera no me dicen. Aunque luego sienta de veras ser tan frío, y no responder como ella seguramente querría que respondiera. Pero ni puedo ni quiero hacerlo. Me niego a engañar a nadie. Por eso no quiero ir más allá en esta historia; porqué cuando le he preguntado si esto era también para ella un divertimento, me ha dicho que no. Sé lo que es estar en ese otro lado del ruedo, y no quiero provocar cosas que a mi me han hecho sufrir en otras ocasiones y con otras compañías. Por eso quería que no pasara otra vez. Pero por mucho que me niegue a vender humo ni a llenarme la boca con palabras de encantador de serpientes, sigue queriendo, y me dice que ya le está bien así. Aunque su mirada me dice otra cosa. Todo es tremendamente complicado, y somos grandes culpables; y mi vida sentimental es una auténtica mierda...
dimecres, 16 de setembre del 2015
La-cHicA-CoN-uNa-CH-eN-Su-NoMbRe
Anoche quedamos con todos sus amigos para despedirla. Fuimos de tapas, bebimos en una tasca súper auténtica que encontramos de casualidad, conversé con gente de Gales, Inglaterra, Michigan, Minnesotta, Boston, una rubia hippie californiana muy resultona a la que en otras circunstancias habría intentado seducir... bebimos, bailamos en la bodega hasta que la camarera nos pidió que parásemos, y me sentí parte de ese grupo de alocados amigos que nunca tuve en el Erasmus que nunca hice. Quizás eso habría solucionado muchos de mis problemas de comunicación dentro-fuera, o de introversión selectiva. El abrazo de grupo de la autodenominada The Secret Society que desembocó en saltos y cánticos, todos abrazados, en la entrada de la boca del metro, fue otro de esos extraños y mágicos momentos en los que gente que ni se conocía horas/días antes conecta y crea algo único, especial y con fecha de caducidad. Una fugacidad que aumenta la belleza del momento, y también el dolor de sentir que seguramente eso no se volverá a repetir nunca más, y se convertirá en un flash de memoria legendaria.
Poco a poco nos fuimos dividiendo, a medida que cada uno encaraba su camino, hasta que nos acabamos quedando ella y yo. Aunque estaba cansada y quería irse a dormir pronto, la convencí para ir a compartir nuestra última copa. El florista de las frases hechas hizo acto de presencia, y fuimos dibujando nuestras últimas conversaciones con el cronómetro cuenta atrás apretando y rasgando esta no-historia de final amargo. La acompañé a casa, nos fundimos en abrazo y beso final, y le dije que me sentía triste. Sí, hasta ha conseguido que diga cómo me siento, la muy jodida. Y, efectivamente, al volver me sentía triste y enrabietado porqué la realidad siempre acabe siendo igual de decepcionante. Enseguida me envió un mensaje, y le volví a decir que me sentía triste, aunque alegre por ella, y que estaba convencido que todo le iría fantásticamente bien allí, y que si encontraba apartamento iría a verla. Lo último que podía y quería hacer era irme a casa, así que me largué yo solo al Sidecar, a ver si bailando se me pasaba. Al llegar, el local estaba extraña y completamente vacío, lo que acrecentó lo deprimente de la situación. Atacado por el alcohol, me largué a dar una vuelta mientras me decía a mi mismo que quizás le enviaría un mensaje a la rubia hippie californiana, o a I-Gafapasta, que me insistió el otro día para quedar (y hoy ha vuelto a hacerlo). Sí, seguramente fue algo mezquino querer usar a otras para olvidarme de ella, pero es lo que me salió de dentro en ese momento de frustración y rabia. Acabé volviendo al Side, que ya estaba lleno, y hasta me costó ponerme a bailar. Pero acabé haciéndolo, y conocí primero a una rubia borrachísima a la que intenté besar como venganza vital, y luego a S-Riccia, una italiana actriz y cantante muy guapa, que me hizo sorprendente caso. Bailamos de manera obscenamente preciosa, charlamos, bebimos (más), y nos dimos un largo paseo de vuelta a casa. No pasó de ahí, pero me vino muy bien para liberar la mente y el alma. Esta mañana el diSoRdEr's Palace tenía ese regusto extraño de las noches después, en que el recuerdo fresco de tus vivencias te hace verlo todo distinto, con otros matices, con un contenido que llena el vacío habitual. Todavía mareado y con alguna náusea de resaca, he visto que me había escrito un mensaje, y le he contestado deseándole un buen viaje. A estas horas ya debe haber aterrizado, a casi 2.000 km de distancia. He unido las dos ciudades en Google Maps para comprobar la magnitud de la tragedia. Un enorme agujero negro por el que se cuelan todas mis frustraciones y los recuerdos de mis no-historias de fatalismo dEsoRdeNado. Hacía un montón de tiempo que no sentía obsesión por alguien, qué cosas...
dimarts, 15 de setembre del 2015
MiNd tHe gaP...
divendres, 11 de setembre del 2015
mÁs dE Lo MiSmO
dijous, 10 de setembre del 2015
NoS FoLLamOs eL CeRebRo?
dimarts, 1 de setembre del 2015
sALvaJisMOs CoTidiANoS
Aspecto similar al de mi espalda ahora mismo...
Llevaba cierto tiempo dándole vueltas al tema, pero siempre encontraba alguna excusa para postergarlo. Las razones? Una mezcla de pereza, y terror al dolor físico extremo que me parecía que iba a ser la experiencia. Tengo ultrasensibilidad en todo mi cuerpo y organismo, así que era imposible que fuera a ser algo inocuo o indoloro. Documentándome sobre el tema, se ve que en la era de las cavernas ya había técnicas con esta finalidad, y a juzgar por mi primera toma de contacto con el tema, veo que hoy en día no ha evolucionado demasiado: sigue siendo una salvajada equivalente al típico gag del dentista que anuda la muela del paciente a un cordel atado a una puerta. No veo ninguna diferencia entre esa atrocidad y aplicar cera ardiendo sobre la piel y arrancar el vello de cuajo con unas tiras pegajosas. Sí, claro, hablo de eso que la mayoría de lectoras conocerán sobradamente: la depilación
El caso es que de un tiempo a esta parte me empezó a salir vello en la espalda. Al principio eran 4 pelillos, pero se ve que corrió la voz entre la comunidad capilar de que mi espalda era un buen lugar para aposentarse y tener descendencia, y al cabo de un tiempo había una densidad que ríete tú de la noche del sábado en el Primavera Sound. En general siempre me ha crecido el pelo con facilidad, y estéticamente me la suda bastante; pero ése era precisamente el problema: el vello en la espalda empezaba a darme unos calores y sudores que resultaban bastante molestos; especialmente en épocas veraniegas, cuando te abrasas en la calle, y te congelas en transportes públicos, cines, restaurantes, oficina y cualquier lugar o espacio público gestionado por los mongolos de los seres humanos. Con esa decisión y prontitud que me caracterizan en estos temas de pereza máxima, apenas habré tardado unos cuantos años en tomar cartas en el asunto. Y hoy ha sido el día D. Ya sé que el inicio del verano habría sido un momento más lógico para hacerlo, pero a estas alturas de la película ya deberíais saber que yo no entiendo de lógicas, y más bien tiendo a orinarme en ellas (en las lógicas, hablo; no me refería a ningún episodio de lluvia dorada...). Así que a eso de la hora de comer, pensando en mi odio hacia las colas y esperas, me ha parecido que era una buen momento para coger el toro por los cuernos sin perder excesivo tiempo...
He ido cerca de mi casa, a un sitio que está abierto hace tiempo y siempre está lleno, lo que me han parecido signos de que la relación calidad/precio debía ser correcta. Había 3 chicas esperando, y unas cuantas más atendiendo. He cogido número y han ido saliendo más chicas que ya habían terminado. Alguna me miraba con extrañeza, una incluso me ha sonreído y saludado, y mi sensación era de "qué cojones hago aquí?", sintiéndome totalmente fuera de contexto. Era como un extraño, un infiltrado que estaba en un sitio que no me correspondía, invadiendo territorio enemigo para robarle secretos de estado y documentos confidenciales. Al cabo de un rato de espera, he empezado a sentirme algo mareado, medio de hambre, medio de ese calor/frío que siento con los putos aires acondicionados que pasan de tropical a siberiano en 0'0003 segundos. Mi impaciencia crónica empezaba a agobiarme bastante, y me ha pasado por la cabeza largarme a casa a comer, que era lo que tocaba. Pero así como a veces soy bastante indeciso, también soy muy cabezón (cosas de Tauro...), y hoy me había levantado convencido de que era el día y quería sacármelo de encima. Las dos chicas que me precedían debían haberse cansado de esperar, así que el 64 y el 65 han pasado de golpe, para llegar al diabólico 66; sí, el mío. Tenía la esperanza de que al menos me tocara la jovencilla rubia que me dio información cuando pasé la semana pasada, pero me ha cogido una señora de unos 50. That's life...
...me ha hecho pasar a una especie de habitación con una camilla, y le he dicho que venía a hacerme la espalda, remarcándole que ERA MI PRIMERA VEZ. He dudado de si era buena idea hacer la apreciación, porqué quizás mi intención de que fuera más cuidadosa se volvía en mi contra: quizás la señora estaba divorciada, o había tenido malas experiencias con los hombres, y su manera de vengarse de manera sádica era trabajando en hacer sufrir a los demás con la cera y las tiras? Ya no había vuelta atrás, así que habría que apechugar con lo que tuviera que ser. Me ha hecho estirarme sin la camiseta boca abajo, y no tenía muy claro tampoco si era mejor esa posición de no ver los instrumentos de tortura e imaginármelos (terror psicológico), o si hubiera sido mejor verlos y tomar conciencia de los que realmente me esperaba. Admito que mi táctica siempre en este tipo de experiencias que pueden comportar dolor físico (léase dentistas, pinchazos y similares) es imaginarme lo peor, para que luego la realidad no sea tan cruda y yo acabe con la sensación de que ha ido bien y no había para tanto. Pero digamos que con el primer contacto con la cera caliente-ardiendo ya he tenido la sensación de ser un pollo a l'ast, y el primer estirón me ha pillado completamente desprevenido y me ha provocado un escozor que ha traído el pánico a mi quijotera: voy a tener que aguantar muchos más como ése, señora...?
Atrapado en un callejón sin salida, he optado por otra táctica psicológica que aplico a veces en casos así: intentar concentrarme en pensamientos totalmente ajenos al dolor que se me está aplicando. Que si cosas del curro, que si hoy haré tal cosa o llamaré a éste o a aquella, que si tengo que comprar tomate y pan... la cosa ha funcionado bastante bien, hasta que la sádica ha llegado a la parte central de la espalda, donde tenía un corredor de pelo más frondoso y regular trazando una linea vertical entre cuello y espalda. Sí, seguramente ése ha sido el peor momento de todos, cuando me he sentido como si me despellejaran vivo, como hago yo con la capa de grasa de la pata de pollo antes de meterla en la plancha con aceite y sal. Joder, qué escozor! Me he imaginado detenido en una comisaría de los Mossos d'Esquadra, e incluso me ha parecido mejor plan una ronda de torturas policiales que seguir con el calvario de la cera y las tiras. Por suerte, la mujer ha ido por faena, y en cosa de 10 minutillos o así ha acabado. Envalentonado, le he dicho que sí cuando me ha dicho de hacer también los hombros, y el momento-cuello ha sido como cuando te hacían pasar por el pasillo de las collejas en el patio del cole. Todo muy normal, civilizado y propio de una sociedad presuntamente avanzada del 2015, vaya.
El Aloe-Vera que me ha puesto ha aliviado un poco la sensación de quemazón, pero la verdad es que ha sido casi peor lo de después que los 10 minutos de brutalidad aplicada a la piel (no digáis que soy un exagerado, porqué he leído un artículo de una doctora que confirmaba que la depilación masculina es más dolorosa que la femenina, por no sé qué de que tenemos el vello más fuerte...). Al salir de allí ya me sentía extrañísimo, acartonado, y con un gran escozor en la piel. Y al llegar a casa, la visión de la zona ha sido peor que leer artículos de chocheo del Señor X creador del GAL llamándome nazi por querer votar: la espalda estaba totalmente enrojecida y con un sarpullido desbocado por toda la espalda y los hombros que parecía alergia, y la sensación era de quemazón intenso, como si me hubiera quemado en la playa tras estar 4 días seguidos al sol y sin protector solar. Casi que prefería mi espalda de antes, aunque tuviera vello...
Cuando ya han pasado 12 horas, y tras haberme aplicado Aloe-Vera, after-sun y Talco, la espalda sigue pareciéndome papel de lija, y ya me veo que hoy tocará dormir de lado. El quemazón parece haberse reducido un poco, pero no tengo yo muy claro que mañana haya recuperado la normalidad en la zona. Y sí, creo que no queda ni un pelo, pero ahora mismo tengo dudas de que vaya a repetir la experiencia, y ya veremos si me decido por lo de la fotodepilación. De verdad que no sé cómo os dejáis torturar de esta manera, y menos las que lo hagáis por razones puramente estéticas. No quiero ni imaginarme cómo debe ser, en otras zonas del cuerpo incluso más sensibles, el dolor de esta atrocidad impropia de una sociedad avanzada...
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