fLy Me tO ThE mOoN

La luna está particularmente bella esta noche. Los ojos pesan, y el marcador de batería está casi descargado. A pesar del cansancio, me siento terriblemente vivo. Dime cómo te sientes por dentro, y te diré cómo te ven por fuera. No tengo muy claro que sea la luna la que brilla, o si es sólo mi propio reflejo. Es lo que tiene vivir en hipérbole. Resfriados por euforia de sol y mi propia estupidez. Herman Dune metido en mis orejas, y picor de ojos. No he decidido qué haré mañana, más allá de levantarme a la hora que me salga de los bemoles. No todos los domingos uno puede ser normal. Dormir es gratis, y levantarse cuesta mucho; esa debe ser la razón por la que me gusta tanto quedarme en la cama hasta que el cuerpo aguante. Se lo merece, después de partidos interminables, cenas en mexicanos, reencuentros con antiguos compañeros nocturnos, señales inequívocos de Garota J y sus ojos de jade, bailes sin mantener la distancia de seguridad, besos robados en una esquina de l'Eixample, y noches de diversión horizontal o vertical. Y dormir poco ante otra jornada laboral de 10 horitas tampoco ayuda, supongo. Pero nada importa ante el paisaje que se planta ante tus ojos: huele a primavera, a sol, a calorcitos, a escapadas, a conciertos, y a un mundo de cara horrible pero con un cuerpo que pide a gritos que le metas mano sin vergüenza ni compasión...