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Me iba a dormir, pero los truenos y una tímida lluvia que no se acaba de atrever a exhibirse en todo su esplendor, me han traído delante de la pantalla. Quizás no debería ver películas de cine oriental. Me parece sentir su fuerte olor corporal, mientras todo ha vuelto a su forma y tamaño natural. Quizás me acabe jugando a los dados el destino de mi escapada, de entre todo lo que he estado barruntando hoy. Y me da igual que ese sea un verbo aceptado o no académicamente, porqué no me interesan las academias. Ni los que quieran poner normas a la gente, más allá del sentido común y nuestra propia individualidad. Quizás la soledad sea una manera de escapar de los demás; de protegernos de las insensateces ajenas, porqué ya tenemos suficiente con las nuestras propias. Es tiempo de reflexión. De bajar de la montaña rusa rutinaria, y disfrutar del paisaje. De hacer competiciones de lanzamiento de relojes, y ver quién es capaz de llegar más lejos. De escarbar la mierda que vamos guardando debajo de la alfombra, y purgar todo lo que haya que purgar, que seguro que será bastante. De quemar las caretas y atrevernos a mirar delante del espejo. Incluso si hay riesgo de rotura. Sorber tus propias heridas será una manera más de seguir creciendo en la jungla de asfalto...