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Hoy varios seres me han despertado mis más bajos instintos asesinos: por la mañana, unas cuantas marcas de picadas de los malditos mosquitos que han aprovechado para violarme con nocturnidad y alevosía. Por la calle, las decenas de zombies de siempre que parecen puestos ahí con el único objetivo de entorpecer la vida de la gente que tenemos cosas que hacer. Por la TV, los deprimentes partidos de dos teóricas aspirantes al mundial como Holanda o Brasil. Tras el drama de la victoria del Inter en la Champions, como el mundial también lo gane otro equipo mezquino de los que están tan de moda, ya podemos ir construyendo el ataúd del fútbol moderno. Y por la noche, 3 elementos marronáceos de los seres más repugnantes que conozco habían ocupado mi cocina, provocándome una mezcla de asco extremo (que me sigue poniendo la piel de gallina) y odio talibán, que han culminado en un ataque sin piedad con armas químicas. Yo, los únicos Beatles que tolero son éstos...

Por lo demás, el día también ha dejado buenos momentos: sigo recortando distancias respecto a los 660 euros de la porra mundialística, he recibido una inesperada llamada de una de las locuelas de las que más me quiero (y, encima, se ha enamorao, la mu' bonica del to'... ;P), y M-Pop me ha vuelto a decir de quedar para hacer unas cervezas. Y aunque al final no hemos podido cuadrar agendas y se va una semana a Londres, me sigue apeteciendo mucho escribir/leer más capítulos de esta historia de incierto final...