El día que celebramos la muerte de uno de los mayores hijos de puta de la historia de España, he madrugado. No es algo que suela ni me guste hacer, pero tenía partido. No pienso hacer declaraciones acerca del resultado. He disfrutado de bocata y Coca-Cola en terracita al sol, he hecho alguna foto con la Supesampler, y le he grabado un CD a G para la fiesta de cumpleaños de mañana (dudo en si llevarme la Holga y estrenarla, aunque me da palo salir de fiesta con la cámara). Tras los habituales trámites marujiles de los viernes, he comido con H, JS y AV, cosa que ya tocaba. La habitual (últimamente no tanto) comida semanal con los 3 amigos con lo que salía a dEsoRdeNar la noche antes de que todos ellos se echaran novia (alguno incluso ya tiene hijos).
La novia de los amigos es ese ser maligno que consigue abducirlos de tal manera que les lava el cerebro y les otorga el don de la invisibilidad, haciéndolos desaparecer del mapa. Es decir, la novia de un amigo es como Goebbels, pero en mujer, y no necesariamente teutona (ni tampoco alemana). Eso sí, las novias despiertan la creatividad de tus amigos; básicamente, la creatividad para encontrar excusas para no quedar contigo, ya que cualquier actividad que antes era normal y ahora pueda interferir en el susodicho proceso de abducción, será considerada perniciosa y prohibida por la novia en cuestión, o hasta por el propio abducido, si el proceso ya está bastante avanzado. Quizás sea por todo esto que uno no acostumbra a utilizar novia en su existencia, y casi siempre ha optado por disfrutar de otras opciones de relación con el sexo opuesto, como amigas con derecho a roce, amantes, o rolletes ocasionales cuyos únicos objetivos son el goce puntual y compartido, la inyección de ego y la humana necesidad de estima y cariño.
Últimamente ando bastante tranquilo al respecto, aunque uno que es muy del azar y las casualidades, ayer lo pasó bien. Y es que no sé qué narices pasaba con los astros, pero me encontré una y otra vez por la oficina con una compañera de trabajo, MB, con la que siempre ha habido empatía y cierto tonteo. Hasta salimos 3 o 4 veces por ahí hace unos años, aunque tenía un cierto punto de oscuridad o timidez que me echaba para atrás. Pero desde el verano, cuando se fue con otra chica del trabajo de vacaciones a Menorca, volvió como más abierta, lanzada y pícara. Estoy seguro que debió ligar con alguno que le abrió los ojos y los sentidos a cosas de la vida que no conocía en profundidad, o algo por el estilo. Y desde entonces no paramos de tirarnos los trastos. De broma, aunque con la tontería admito que me está empezando a picar algo ahí adentro. Pero uno ya sabe lo que es tener líos sentimentales con chicas del trabajo, y cuando la cosa va bien, ningún problema, pero cuando la cosa se tuerce, marrón. Así que, mientras pueda resistirme, optaré por ponerme el semáforo en rojo, y disfrutar simplemente de la vidilla que dan estas historias de adolescencia (bastante) tardía. Y más ahora, que vuelvo a estar en plena vorágine de sociabilidad extrema, y con ganas de disfrutar de los pequeños grandes placeres de la vida y de la noche. Y aunque suene a tópico, parece que las que se cruzan por tu camino lo huelan, y estén más receptivas y abiertas. Esta noche, otra cenita de amigotes...