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Con el estómago algo más desordenado de lo habitual, y tras noche de celebraciones familiares, hoy toca jornada histórica en Cornellà. Siempre van bien estas actividades sociales balompédicas para pasar el rato, canalizar emociones (me fascinan estas manifestaciones de emoción colectiva) y, por qué no, no pensar demasiado en otras cosas que me han dado demasiados dolores de cabeza últimamente.

Como le decía ayer a Canadian J, quiero volver a ese estado despreocupado al que me había acostumbrado los últimos años y alejar de mí el 'overthinking'. Después de que me escribiera en el Facebook, le pedí disculpas por si había sido demasiado crudo en mi anterior mail, pero dejando claro que sentía plenamente y no me arrepentía en absoluto de todo lo que le dije. Nunca me arrepiento de nada. Ese es el sentimiento más fácil, estúpido y cobarde de la humanidad. Si haces algo, apechuga con ello con todas sus consecuencias. Como decía aquél, siempre será mejor pedir perdón que pedir permiso.

Me escribió dándome las gracias por mis dos últimos mails. Me ha pedido algo de tiempo para decirme algo que, según ella, "it's important". A bote pronto, me suena fatal. A un "tenemos que hablar". A que, si necesita tiempo es porqué quiere elaborar un discurso para herirme lo menos posible. A un "te quiero mucho, pero como amigos". Las excusas, sutilezas o ese estúpido tacto que todos buscamos cuando tenemos que decirle a alguien que no le amamos. Un detalle, sí, pero de esos que nos podríamos meter sin vaselina en lo más hondo de nuestro recto anal, porqué acaban resultando más dolorosos y humillantes.

Aún así, me siento bastante bien estos días. Ya le he dicho que se tome su tiempo y que se centre en disfrutar al máximo la visita de la japo M, su mejor amiga, con la que vino a Barcelona cuando nos conocimos en diciembre. Me encantaría estar en San Francisco ahora con ellas. Canadian J quizás venga a Barcelona a estudiar castellano en diciembre. O al menos eso es lo que me había dicho antes de mi mail kamikaze. Time will say...