diSorDeR agAiN...

Hago el perro, porqué es lo que toca. Mis intenciones giran como el vientecillo fresco que hace estos días, y que me tiene frito. Todavía no he conseguido recuperarme de la ecuación 'calor infernal romano+malditos aires acondicionados+fresquillo nocturno festivalero'. La tos y los mocos verdes okupan mi organismo contra mi voluntad de propietario unívoco de mi cuerpo. Debe ser una de las pocas cosas que me unen al sentimiento capitalista con el que tan poco me identifico. 

He tenido deja vus que no me han gustado. Cosas que creía superadas. Tendencias autodestructivas escondidas en búsqueda de placer fugaz. Fuerzas incontrolables empujándome al abismo. Un día tendré algún susto, pero no me arrepentiré, porqué no entiendo ese sentimiento tan fácil. Eso sí, si ese día llega, que espero que no, tendré que afrontarlo cara a cara, y ser consecuente con el riesgo asumido. A veces pierdo el control, cuando mis obsesiones secuestran mi voluntad. Demasiado deseo acumulado; demasiada carne fresca alrededor; la inevitable esencia vampírica del que intenta mantener libre su espíritu sin estúpidas ataduras morales impuestas por una sociedad mojigata. Un conjunto de miedicas reprimidos sin ningún tipo de espíritu aventurero.

Pero he vuelto a tener sentimientos de esa soledad eterna que parece enganchada a mi espalda como una maldita rémora. Hacía tiempo que no me importaba en absoluto. Y ahora vuelven. ¿Por qué? Ni idea. Será el verano, que dispara la líbido, y en consecuencia, el número de frustraciones sexuales por minuto. No soporto tanta belleza. Me encanta, y es mi gran debilidad, pero no soporto no poder disfrutarla plenamente. La meta de la vida debería ser disfrutar y compartir nuestras respectivas bellezas. Externas o internas. Qué más da. 

Ya lo dicen las paredes de esta ciudad: la belleza es tu cabeza. La hermosura es tu cintura.