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Me duermo, despertándome 5 minutos antes de la cita con mi madre. Como dos crusancitos de chocolate a la velocidad del rayo y llego escasamente 10 minutos tarde. Está más nerviosa ella que yo. Como es de recibo, tener hora convenida no evita las esperas. Cuando me llaman, me hacen esperar todavía más, con el inquietante ruido de fondo de los gases de la anestesia y la instrumentación metálica chocando contra las dentaduras de otras víctimas. Ya estirado y esperando al sacamuelas en cuestión, veo una ventana y cuando ya pienso en escapar, empieza a sonar The Cure y me da morbo pensar que me roben parte de mi organismo mientras escucho 'Lullaby' y recuerdo ese enorme video. También me acuerdo de aquel otro de Green Day y me río yo solo por mi vena sadomasoquista. La canción pasa y hasta un ratillo después no empieza una tortura que no es tan desagradable ni dolorosa como me imaginaba. Eso sí, el escaso almuerzo hará que me maree cuando ya iba a irme, y que me tengan que hacer oler un algodón impregnado en alcohol para recuperarme del yuyu. El matasanos me felicita por ser un muy buen paciente y, como regalo, me receta dos medicamentos que contienen las dos sustancias que le había dicho que me provocaban alergia. Resultado: picores en todo el cuerpo y dos ojos hinchados como un sapo. Baño de manzanilla, cambio de venenos en la farmacia, y maldigo en todas las lenguas posibles a ese incompetente. El resto del día pasa entre la alegría porqué se me enciende bien el ordenador (no cantaré victoria hasta que se repita el proceso en los próximos días), la compra de la toalla que sustituye a la que se me fue volando por el viento, o sorbetes de limón para cerrar la cicatriz mientras disfruto del fútbol puro de Liverpool y Arsenal. La boca no se me ha hinchado, puedo hablar normal, y mañana podré estar en el Camp Nou rajando sin parar. Escucho el disco de Scarlett Johansson y disfruto con el cd/dvd de The Gossip en Liverpool. No está mal, para ser la entrada número 100 de este blog...