Ceremonia de la
confusión. La vida es circo, y los payasos, payasos son. Que tire la primera
piedra quien no tenga secretos inconfesables. De esos de avergonzarse de uno
mismo y decir: “¿Qué narices haces, gilipollas?”. También hay quien quiere
hacernos sentir vergüenzas por lo que no se atreven a hacer. Cada uno es como
es, y mierda para todos. Quería hacer un poema, pero no soy buen rimador. Y lo
que cambia empezar una palabra con una letra o con otra. Dime qué escondes y te
diré los miserable que eres. Salir a cara descubierta tampoco parece buen
negocio en un mundo de caretas y corazas. Nada es lo que parece y al final todo
desaparece. Hay manos que mecen cunas, y otras que las tiran por el balcón. Cuidado
los de la calle, que llueven criaturas del cielo. Oh, baby, baby! El Hermano
Mayor nos vigila, y somos tan imbéciles que nos desnudamos por la pantalla. No
damos para más, y cada uno tiene lo que se merece. Aunque muchas veces es
injusto. Justicia, otra gran mentira. Tanto en lo personal como en lo público y
en lo oficial, hay siempre dos mundos paralelos: lo que se enseña y lo real; el
escaparate y la trastienda; la superficie y las cloacas; la proyección deseada
y la verdad escondida; el falso relato oficial y las verdades que no quieren
que sepamos. Siento asco del Estado en el que nací. El que pone en mi DNI. Y de esos falsos valores
que pretenden tapar su verdadera naturaleza: corrupta, fascista, intolerante,
cateta, soberbia, ultranacionalista, simplista, machista, racista, y todo lo
malo que acabe en –ista. La vida es una gran mentira deshonesta. Todo por pura
cobardía. Por no asumir lo que somos. Por no atrevernos a compartir nuestras
fragilidades. Nos educan para ser Superman/Superwoman, en vez de enseñarnos a
ser nosotros mismos. Y lo que cuesta llegar a serlo. Enfrentarnos a nosotros
mismos, y a los prejuicios de los demás, y a los modelos estúpidos que nos
plantan delante, mostrándonos un reflejo deformado que nunca encaja con
nosotros. Sólo tú encajas contigo mismo, y no hay suplantación posible.
Desaprender es un proceso lento, pero muy recomendable. La autocrítica es
imprescindible. Y la empatía. Y el respeto. Y la confianza. Y la comunicación.
Saber decir y saber escuchar. Y evitar que nuestras verdades absolutas se
conviertan en absolutistas. Y admitir que de absolutas, nanay de la China. Todo
depende del color de la manipulación con la que se mire. Atreverse a entender
las verdades ajenas es, hoy en día, un acto heroico. Tal y como está el patio, y pensando en lo que se nos viene encima el 28 de abril, deberíamos hacer caso a Orwell: "No dejes que ocurra. Depende de ti".
1 comentari:
Cuánta razón tienes. A veces, aunque nos pese, es mejor vivir en la ignorancia, así al menos, no te sientes engañado.
Saludos.
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