A pesar de la lluvia, ha sido un buen día. Mi equipo ha ganado su primer partido en toda la temporada. Y nuestro rival más odiado ha perdido. He hecho unas cuantas cosas pendientes, sintiendo el enorme placer de estar en casa mientras llovía afuera muy fuerte. Siempre ha habido tres contextos en los que me ha encantado que llueva: estando en un coche, en casa o en una tienda de campaña. Supongo que porqué me recuerda a mi infancia de campings con mis padres. Molaba que lloviera y quedarnos dentro de la tienda canadiense los tres, jugando a cartas, fuera al cinquillo o al chinchón. Es como la sensación de estar metido en un cálido nórdico cuando fuera hace un frío de tres pares. Sentirnos protegidos de la hostilidad exterior provoca placer. Literal y metafóricamente. Hace un rato he empezado el libro de Marina Garcés. Aunque es algo denso, me gusta. No deja de ser un reto. Y me gusta que me intenten forzar la puerta de la quijotera para que se abra más. Ayer fui a ver 'Sing Street', y tiene su punto, aunque para mi gusto, le sobra algo de azúcar. A ver, en el fondo es una historia bastante amarga, pero me chirrían los finales felices. No me gustan , porqué no son nada reales, y no me los creo. Aún así, la historia de la banda tiene gracia. Cualquier historia donde haya música de por medio ya me tiene medio corazón ganado de salida. He estado hablando con Les Sueques, y entre lunes y martes avanzan un primer single del nuevo disco. En principio, tienen previsto sacarlo en enero. Muchas ganas de escuchar nuevas canciones como las que tocaron en les Festes de diSoRdErLand. El viernes pasado se cerraba el plazo para presentar imágenes para el concurso de fotografía. Sí, apuré hasta el último momento. Y, de hecho, casi paso de apuntarme, cansado de los 1000 requisitos que no quedaban claros en la hoja de inscripción y que me hicieron ir y venir a la papelería a buscar sobres no especificados (o camuflados en la ambigüedad de quien no se sabe explicar). Molaría volver a ser finalista como el año pasado, aunque no sé si este año mis fotos tenían el mismo nivel. Y lo que sí tiene nivel es el grupazo que he descubierto esta semana por casualidad, que es como se descubren las mejores cosas en la vida: se llaman SULK, que quiere decir 'refunfuñar'; son de Londres, y suenan maravillosamente bien. A ver, no han inventado nada, y de hecho, recuerdan un montonazo a los Stone Roses de la época buena. Pero sus dos discos me parecen maravillosos. Lo que yo llamo música fluída. De esa que te entra no sabes bien por dónde hasta el fondo del alma y te remueve algo de manera completamente natural. Sin forzar, sin ser artificial, con pureza... joder, es que estas guitarras cristalinas, esos ritmos irresistibles, esa oscuridad que te hace cantar y/o bailar con los ojos cerrados... llevo dos días escuchándolos en bucle y no me canso. Vienen a tocar el mes que viene, y aunque sea sábado, creo que haré lo imposible para poder escaparme. Quiero verlos en su momento, antes de que sea tarde. Pasarán los años, pero la música seguirá excitándome como cuando tenía 15 años...
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2 comentaris:
La música es un teletransportador. Mejor dicho, una teletransportadora.
La música es... TODO
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