Ayer, o quizás fue antes de ayer, empecé a sentir ese cosquilleo en el cuerpo. A medida que las cajas, bolsas y maletas iban desapareciendo del paisaje doméstico, que aparecían nuevos espacios diáfanos, que entraban nuevos muebles y complementos por la remozada puerta, que recolocaba cuadros, muebles o plantas... las paredes se iban impregnando del espíritu dEsoRdeNado; los estantes empezaban a hablar de mi; las torres de CDs (ya son 6; tuve que comprarme otra, y veremos para cuánto me da...) cantaban mugrientas canciones añejas. Sentado en el nuevo sofá, los ojos se me iban a izquierda y derecha, y de arriba a abajo, preguntándose admirados si ése era el mismo espacio que habían visto durante casi una década. Cuestionándose cómo había vivido ignorando esas preciosas vigas escondidas bajo un falso techo, y la de cantidad de misterios similares que deben rodear nuestra cotidianidad sin que lo podamos, ni tan siquiera, sospechar. Las miradas y palabras de mis padres tras la primera comida delataban felicidad, porqué su 'niño' había ganado estatus espacial. Los 'aromas' a pintura o disolvente delataban la virginidad recién estrenada de un espacio ávido de nuevas experiencias. Y aunque todavía falten un par de cortinas, y ordenar los armarios, y limpiar el balcón, eso ya me parecen menudencias que superar con la puntita. ¿Qué deben de ser un par de kilómetros para el que ha atravesado todo un desierto y ya empieza a otear la playa y a sentir el fresco aroma del mar?
Revivo la excitación de los primeros días de independencia; aquellos en los que morías por enseñar tu palacio a quien fuera, para compartir tu alegría y orgullo por ese minúsculo rincón de mundo en el que tú, y sólo tú, eres único soberano. Donde tú, y sólo tú, marcas horarios, himnos, pautas y normas, sea para seguirlas o no. Y ahora recuperas también esa cierta disciplina voluntaria y espontánea para que todo se mantenga limpio y en su sitio, guardando un equilibrio en tu dEsoRdeNado mundo. Y esa dinámica detallista, y ese querer encontrar soluciones prácticas a tus problemas cotidianos domésticos, y esa gestión pragmática de tus propios espacios. O ese enorme placer que siempre me ha resultado visitar al gigante sueco, del que soy ferviente admirador. Y el orgullo de hacerlo justo a una hora en que no hay casi nadie (la hora de comer entre semana, básicamente) y sentir ese placer tan similar al que te produce pasear de noche por calles y avenidas solitarias, como si fueran casi única y exclusivamente tuyas.
Y tejiendo sueños leyendo a Patti, gozando de uno de los primeros momentos de relax real de los últimos 3 meses, me han entrado ganas de escribir. Porqué tenía que dejar constancia para la historia dEsoRdeNada de este momento en el que, por fin, tras múltiples sufrimientos, preocupaciones y dolores de cabeza, creo estar volviendo a encontrar mi espacio. Y no sólo hablo de estas 4 confortables paredes...
6 comentaris:
chupaCHUPPS!!
deNATAiFrexa!!
PattattasfrittAAAx!!
AAAAairLInnes!!
bbritishAIRwais!!
AIRZCXSAAANDda!
CKaroLinedelNSEW!!
libreFONTANAsaRRAH!!
bie!!
Yo sé que hay vigas escondidas en el techo, de una maravillosa madera oscura, espero poder descubrirlas algún día.
El desorden en su espacio, deja de ser caos.
Saludos
:)
A mi també m'encanta passejar pels carrers solitaris de nit, és genial!
Disciplina voluntària diu... això com es fa? XD
Así que de momento, el "des" esta desactivado de tu nombre, verdad ordenado querido!?
Se te va taantooo la olla, anònim...
Hazlo, Ses! hazlo!
Esté en el espacio que esté, dEsoRdeN me quedaré, candela...
I amb l'Ipod a punt per fer el moment encara més excitant, Anna K; disci-què? Això ho he dit jo...?
Parece que verdad, querida V.M. Espero que por poco tiempo...
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