Por si alguna lo dudaba, soy un auténtico partidazo, nenas...
Una de las mejores sensaciones del mundo es la calma tras la tempestad. Y no hablo de meteorología, precisamente. Sino de ese momento justo en que todo vuelve a la normalidad y al equilibrio tras haberse torcido completamente. Podría ser el dejar atrás una enfermedad, deshacer un malentendido, solventar un pollo en el trabajo... pero ahora en concreto me estaba refiriendo a un momento de completa crisis en que me había quedado sin ducha (y por consiguiente, sin agua en casa, porqué si abría la llave de paso, mi baño se convertía en las cataratas del Niágara). Y con el aplomo, la fe y la efectividad que te dan el espíritu de supervivencia y la desesperación del que está perdido, consigues superarte a ti mismo; y a base de maña y de fuerza, con el sudor resbalando por tu frente y lanzándose al vacío en gotas suicidas, logras arreglar con estas manitas lo que parecía un desastre de consecuencias incalculables. Bueno, de hecho, miento, porqué los del seguro habían calculado y valorado esas consecuencias en un presupuesto que no bajaba de los 240 euros, incluyendo tirar la pared abajo para arreglar una supuesta fuga interna (que, por supuesto, todo hace indicar que era una mera estratagema de engañabobos para sacarle la pasta al cliente -yo- sin ningún tipo de escrúpulo ni manía). Al final, logré desvirgarme en el noble arte de cambiar grifos, y por los 45 eurillos que me costó el nuevo y unos cuantos sudores, giros de llave inglesa y del cerebro, todo se solventó. Se acabaron los grifos que gotean primero y chorrean después, los ruidos de cañería aún con el grifo cerrado, y la angustia y mala hostia (incluyendo gritos y blasfemias estando yo sólo, en mi pequeño baño) que me provocan estos dEsóRdeNes domésticos. Y aún tuve tiempo de pegarme una ducha que me sirvió para comprobar que todo estaba correcto, y para llegar limpito y aseado
a esta obra del Grec que me encantó, por el espectáculo en sí, la compañía y el maravilloso entorno en una agradable noche veraniega. Ciertamente, a uno le entran ganas de realizar todo tipo de acrobacias y piruetas después de verla.
Las contradicciones de mi vida llegan también en una armonía sorprendente en tiempos revueltos. Y cuando la situación alrededor es más jodida, y una vez superados traumas como mi horario o el despido de mi madre, llega también esa ansiada armonía en ámbitos como el familiar. Hoy me lo he pasado bien currándome la comida improvisada para mis padres, disfrutando juntos la sobremesa, y planeando en secreto la sorpresa que quiero darle a mi madre para su cumpleaños. En cierta manera, parezco sentir un equilibrio y una paz interna que me encantan, aunque en otros ámbitos siga tan dEsoRdeNado e indeciso como siempre. Querer vivir 1000 experiencias a veces me hace poner el freno de mano (aunque quizás no lo quiera), y todo es algo contradictorio y confuso, a medio camino entre la honestidad y el conservadurismo. Adoro el verano, las lecturas en el balcón, las noches a la fresca en buenas compañías, aprovechar el tiempo perdiéndolo con total convicción y alevosía, las madrugadas que acaban de día, el olor a after-sun, y el colorcito dorado de la piel y colorado-sol en los mofletes. Y los días en que las canciones no son mero ruidito de fondo para tapar los silencios, sinó entes que te atraviesan el alma y te remueven por dentro, sacándote todo tipo de emociones escondidas e impulsos instintivos que tenemos escondidos en el sótano acumulando polvo. Adoro el verano, porqué no sólo tengo calor afuera, sino que siento arder el espíritu más genuíno, ansioso por salir dar un garbeo con deseos exhibicionistas...