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Tengo el cuerpo magullado de agujetas. Fútbol, playa y Festes. Me han venido las prisas por apurar las vacaciones como si me quedaran 3 días de vida. Y leer como un poseso. Quizás porqué me ayuda a sentir el ritmo relajado que quiero ahora mismo; quizás porqué sé que en cuanto empiece a trabajar, me faltarán tiempo y ganas. Mi amiga G se ha venido a cenar y a que le pasara información y dinero croata, además de llenarle el Ipod de música. Me encanta compartir música con mi gente, pero se me va la mano. No puedo controlarme. He pasado de dos reuniones de trabajo. A partir del sábado, lo que quieran. Pero hasta entonces, no pienso mirar el correo que estará saturado casi desde el día que me fui. Los acontecimientos que me han explicado durante el verano me han hecho crecer el sentimiento de que se acabó, y que no pienso regalar ni medio segundo más del necesario a esta empresa de inútiles, lunáticos y visionarios descerebrados. Y me gustaría seguir los preceptos de Siniestro Total que parecen imposibles en esta tierra de estrés y excesiva entrega al trabajo que nunca entenderé: ante todo, mucha calma. Mañana me gustaría pelarme, ir de rebajas, ir a recoger a mis padres en su vuelta de vacaciones, cenar con ellos, y luego juntarme con las chicas del trabajo que me han dicho de quedar por les Festes. Y ya veré si le envío un mensajito a M-Pop. El viernes también he quedado ya por les Festes con una excompañera de facultad a la que hace siglos que no veo. Y el sábado, vuelta a la rutina. Todo el año deseando que lleguen las vacaciones, y lo rápido que acaban pasando. El día más deprimente del año está al caer, pero me niego a sentir su aliento...