Quisiera pensar que algún día lograré cambiar y erradicar de raíz algunos de mis principales defectos, pero la verdad es que muchas veces tengo serias dudas al respecto. Sobretodo en esos momentos de ofuscación en que una especie de pantera desbocada parece apoderarse de mí, dando pie a situaciones realmente surrealistas. Incluso arriesgadas. Incluso salvajes. Instinto básico. Muy lejos del asqueroso mundo artificial y de ese eufemismo de la vanidad y la prepotencia a la que solemos llamar 'glamour', y que me ha tocado soportar estos días en la Costa Azul. Montones de vómitos espirituales inflados como pavos reales y a base de bótox y quirófanos estéticos de dudosa ética. Viejos verdes que compran su vacío espiritual a base de billetes verdes y inflan su escasa autoestima con coches caros y yates de lujo. Zorras busconas que les regalan su cuerpo y su presencia a cambio de una vida de lujos materiales y extrema pobreza humana. El paraíso de la gilipollez humana llevado a la máxima potencia.
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4 comentaris:
Te aseguro que no hay que desplazarse hasta la costa azul para observar esos detritus humanos, querido Desorden.En todos lados cuecen habas de este tipo. Sad but true.
(No me hables del tete. Ya veremos lo que pasa.)
Es cierto, menda, pero date un paseo por Montecarlo y verás la máxima expresión de toda ese estercolero de detritus (in)humano
(y tranquila, que la temporada es larga, y cuando acabas de subir cuesta jornadas tomarle el pulso a la categoría)
Por lo que veo te gusto niza.... Patético por lo que cuentas.
No, no, Stones. Niza bastante correcto. Lo realmente vomitivo es Mónaco y su exaltación talibán de la fachada y el color verde billete...
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