dijous, 27 de març del 2025

hASta LoS huEVoS dE La pUTa LluViA

 


Los días familiares se suceden alternando momentos bellos y/o divertidos con otros tensos y desesperantes, de esos que provocan ganas de gritar muy fuerte y huir a la otra punta del planeta. Seguramente lo haría si no tuviera la virtud defectuosa de la empatía y la comprensión que, en este caso, siento hacia mi padre y el proceso neurológico que está sufriendo. Prefiero no pensar demasiado en ello para no lastimarme antes de tiempo, y quizás con la estúpida idea de que eso retrasará lo que tenga que pasar. Me acojona el dolor que pueda llegar a sentir y no tengo nada claro que vaya a soportarlo o sobrellevarlo. El exceso de sensibilidad puede llegar a ser un problema en la vida. Y en la mía lo es. A veces dudo de si pueden ser compatibles ese exceso de sensibilidad con la fortaleza, sea mental, anímica o emocional. También me preocupa estar metiéndome en un pozo demasiado hondo del que luego no sepa salir implicándome tanto y tan de cerca. A mayor vínculo, mayor dolor. Siento que debo y quiero hacerlo pero me van surgiendo dudas constantes. Resuenan en mi cabeza las palabras de una trabajadora social que me recomendaba ser egoísta porque debo seguir viviendo mi vida, pero eso es fácil de decir cuando no eres tú a quien le pasa ni quien siente lo que siente hacia sus padres. Y sí, lo intento, y me estoy forzando a escaparme más días a dormir a mi casa y tomarme unas horas para mí, pero no puedo evitar sentirme mal cuando lo hago. Sé que ellos tiene su punto egoísta inconsciente y juegan al chantaje emocional porque se sienten más felices, seguros y protegidos cuando estoy allí. Y también sé que si no me cuido yo y me permito estos momentos de fuga acabaré explotando y no les podré ayudar como quiero. Pero es difícil equilibrar todos estos pensamientos y sensaciones cuando estás solo y nadie, absolutamente nadie, te echa una mano o te permite tener estos momentos propios dándote un relevo que te dé aire y evite situaciones de riesgo. Me siento abandonado porque lo estoy. Nos siento abandonados porque lo estamos. Siempre he detestado el concepto tradicional de familia. Me parece una auténtica farsa, y los hechos siempre lo acaban demostrando. Gente que muchas veces no tiene nada que ver, con maneras de pensar opuestas, cuyo vínculo es accidental o por compromiso. Y a mí nunca me ha gustado hacer cosas por compromiso. Mi única familia son mis padres. Y algunas amistades se podrían acercar. Pero nunca nadie podrá a llegar a ser tan importante porque sin ellos yo no estaría aquí. Biológicamente, pero también educacionalmente. Me siento muy afortunado, aún con todas mi mierdas, y les estaré eternamente agradecido. Y supongo que esta es mi manera de demostrarlo. No sé si la mejor, ni la más sana, pero así me está saliendo. Siempre he pensado que la gente insensible es más feliz, o lo tiene más fácil al menos. Ojalá todas estas cosas no me afectaran tanto. Pero no es así...

dijous, 20 de març del 2025

NunCa digAs nuNcA

 


Esta noche he estado a punto de no ir a un concierto al que finalmente he ido. Y celebro haberlo hecho. Esta es un poco la historia de mi vida actual. Pocos planes que al final cancelo porque en los pocos momentos de libertad que tengo no me apetece más que aprovechar para irme a mi casa a estar conmigo. Me echo mucho de menos. Y a mi vida. Y a mi espacio. Renunciar a 21 años viviendo solo no es fácil. Renunciar a la libertad total. De horarios. De gustos. De hacer lo que quiera en cada momento. De viajar dónde y cuándo me dé la gana. De estar con quien quiera en cada ocasión. Renunciar al YO de manera obligada e involuntaria es realmente duro. Y más en estas circunstancias forzadas, por temas de salud, y absolutamente solo ante el peligro. Y a veces pienso que no es para tanto, y que podría ser mucho peor. Un pensamiento injusto y de menosprecio a una realidad de la que tengo derecho a quejarme, porque me liga de pies y manos, y porque mis padres ya no son ellos mismos al 100%. Sí es para tanto, y sólo hace falta un poco de perspectiva para verlo. La perspectiva que no tienes cuando estás en el ojo del huracán. O cuando te autoengañas con más o menos consciencia como escudo autoprotector. Porque a nadie le gusta el dolor, y hay realidades realmente hirientes. Y angustiosas. Realidades que dan pánico. Y te hacen sentir pequeño, aunque pudieras llegar a pensarte que eso nunca te pasaría. 'Nunca' es una palabra muy atrevida. Y la vida es demasiado caprichosa como para retarla así. Te cambia de un día para otro y te deja con cara de gilipollas. Aún más.


dilluns, 3 de març del 2025

thiS LoVe iS fuCkiNg RigHt!

 


Atrapado en un callejón familiar sin salida, intento encontrar pequeños puntos de fuga por los que salir a respirar, ni que sea unas horas. Y nada como la música o mi propia madriguera para escapar del mundo y de una realidad de mierda. No sé cuántos años después, volví allí donde estudié, y por momentos parecía que nada había cambiado. Todo estaba igual: las aulas, el patio, o ese paraninfo majestuoso en el que caer seducido por una presencia y una voz celestial. La de uno de mis descubrimientos musicales del pasado año, que en realidad es una que tiene un poco de muchas otras y mucho de sí misma. Y me relaja, y me aísla, y me mete en una burbuja autoprotectora donde parece que no pueda pasar nada malo, porque para eso ya tenemos el mundo real. 



Y en esa misma dinámica de nostalgia no buscada, nos reencontramos con una banda que nos enamoró hace 16 años (y posiblemente debí colgar alguna canción suya por aquí, pero no lo recuerdo). Y por caprichos del azar, a última hora mi colega no pudo venir y le ofrecí la entrada que me sobraba a Morenita Amelie, que aceptó encantada. Y, de la nada y casi sin quererlo, nos reencontramos meses después, en un nuevo capítulo inesperado de esta historia imposible que dura ya 6 o 7 años. Y, como siempre que nos encontramos, todo fue espontáneo, y natural, y cariñoso, y no monógamo. No quise forzar nada, y me conformé con lo que podía ofrecerme, que era más que suficiente para ponerle un punto de dulzura a una realidad amarga y tortuosa. Nos queremos, y lo sabemos perfectamente, y nos lo decimos por si acaso, aunque no pueda ser. Porque la vida es así, y no la hemos inventado nosotros. Así que intentamos adaptarnos, y hecha la ley, hecha la trampa. Y quizás más adelante podamos seguir autoengañándonos. O quizás no. Pero no sufro. Y eso es lo mejor de toda esta historia. Por primera vez soy capaz de querer a alguien sin sufrir. Aceptando como un regalo cada momento que podamos disfrutar juntos, sin esperar nada más que eso. Y sin importarme compartir ese amor, con la naturalidad que compartimos las amistades sin que sea ningún trauma. Últimamente le he dado vueltas a eso de la no monogamia ética. Y, quizás por las circunstancias que me rodean ahora mismo, no lo veo nada descabellado. Más bien me provoca inquietud y curiosidad. Porque eso no creo que lo vaya a perder nunca. Y si lo hago, entonces querrá decir que estoy muerto en vida.