Sexta semana de confinamiento. Hay momentos que pienso que podría quedarme perfectamente en mi casa para siempre jamás. Entiéndase en estas condiciones de poder salir una vez a la semana para ir a hacer la compra y bajar la basura, y poder teletrabajar para pagarme mis cosas. El único 'pero' sería poder deshacerme de los 4 imbéciles incívicos que nos tocan a tod@s de vecinos, por pura proporción de estupidez humana. En mi caso, ahora mismo no me importaría que desaparecieran para siempre unos cuantos personajes: los italianos del edificio colindante que se mudaron hace relativamente poco y que confunden los conceptos 'hablar' y 'gritar', y no acaban de tener claro que a las 4 de la mañana no se puede ver la televisión a todo trapo. También al subnormal maleducado que sale al patio a hacer llamadas y videoconferencias constantes a gritos, no sea que haya algún vecino en 7 kms. a la redonda que no se entere (es el mismo mongolo que llegó a lo grande al vecindario 6 años atrás, haciendo barbacoas en unos bajos...). Y hablando de bajos, el de los míos (entiéndase de mi edificio...) también acoge a otro espécimen egoísta al que le he dicho 1000 veces de buenas maneras (y una vez hasta con una ocurrente y creativa, a la par que simpática, lluvia de papeles con las palabras 'civismo', 'respeto', 'convivencia' y similares que invadieron su patio) que por favor no sea tan escandaloso cada vez que sale al patio a fumar como el maldito yonqui que es, tosiendo a 10.000 decibelios de manera asquerosamente desagradable. Especialmente si son las 7 de la mañana o la una de la madrugada, por poner dos ejemplos de su extenso abanico horario de funciones nauseabundas e invasiones acústicas en mi hogar. Podría hacer extensiva la lista a las adolescentes de otro de los patios que se ponen a jugar al deporte con la pelota más ruidosa de todas, el voleibol; o a algún episodio puntual de músicas excesivamente altas; o a la nueva pareja del piso colindante que algún día de buena mañana se han puesto a gritar en su cocina que da pared con pared mi habitación; pero con los 3 primeros ya me conformaría. Convivir 24 horas al día durante 6 semanas con toda esta fauna ha aumentado toavía más mis habitualmente altos niveles de misantropía. Sí, echo de menos a mis padres, o incluso a algun@s de mis amig@s, pero creo que, al final, podría vivir perfectamente sin el 95% de las personas que rodean mi existencia. Y no lo digo como desprecio, sino como evidencia real. De la misma forma que el 99'9% del planeta podría vivir sin mi. O de la misma manera que tod@s podríamos vivir sin el 90% de las cosas que tenemos en casa, o de las actividades con las que llenábamos hasta hace mes y medio nuestras erráticas vidas.
Y a todo esto, esta noche he visto dos episodios que me han dejado helado de un programa de TV muy interesante que he descubierto estas semanas (básicamente porque los domingos trabajo hasta tarde, y normalmente no suelo ver demasiado la televisión. Por no decir casi nada...): 'No Pot Ser'. Se trata de un espacio divulgativo de formato reportaje con entrevistas sobre tecnología, innovación, etc, para explicar y describir el mundo futuro (o no tanto...) que nos espera a corto/medio tiempo. Hoy han emitido un capítulo nuevo y otro de la primera temporada sobre fake news, bots, el negocio de los datos... y ha sido realmente espeluznante tomar conciencia de todo eso. A ver, quien más quien menos, cualquier persona con dos dedos de frente y un poquito despierta sabe que llevamos años regalando datos y gran parte de nuestra privacidad a través de las redes sociales (o aquí mismo, en un blog supuestamente anónimo pero que en alguna parte del planeta puede haber alguien que sepa perfectamente quién hay detrás y montones de cosas sobre mi por algo tan simple como la IP). Pero el caso es que en el programa había ejemplos realmente increíbles. Desde un simple juego para el móvil aparentmente inocente con el que alguien puede llegar a controlar tu ubicación o recorrido geográfico a tiempo real (o lo que hiciste el día tal de tal año), hasta los nuevos métodos de reconocimiento facial o dactilar con los que pueden llegar a tenernos controlados a todas horas y lugares (y generar un sistema a lo Black Mirror de premios y castigos en función de tu comportamiento social, como ya están probando en China). O la facilidad de manipular la opinión pública mediante fake news o perfiles falsos de twitter para dar falsas percepciones de una realidad totalmente distorsionada, o la capacidad de gigantes como Facebook o Google para decantar unas elecciones con algo tan simple como la búsqueda predictiva... muy recomendables los dos episodios. Los dejo aquí, por si os interesa el tema (son en catalán, pero es fácil de entender, a no ser que seas un tarugo intolerante y xenófobo, que también podría ser...).
Todo esto me ha hecho pensar en lo que ha pasado hoy con la salida a la calle de padres con niños, desde distintos ángulos: por una parte, la imbecilidad de algunos irresponsables que han puesto en riesgo tantas semanas de esfuerzo colectivo, sin importarles una mierda los demás, y en un ejercicio de amnesia instantanea, inconsciencia mendruga, y egoísmo neanderthal. Y por otra parte, en cómo a partir del comportamiento de unos cuántos tontopollas, se puede llegar a generalizar y estigmatizar a todo un colectivo (en este caso, los padres/madres; y en otros que llevamos viviendo los últimos años, las feministas, los independentistas, los migrantes, etc.). Manipular la opinión pública de segmentos de población perfectamente acotados y determinados nunca ha sido tan fácil ni tan barato. Estamos creando un mundo de mierda que da mucho, muchísimo miedo. El terreno está perfectamente abonado para la sociedad del control total, de la manipulación dirigida, del egoísmo y el miedo. Preparémonos, porque lo peor que vendrá tras la crisis del coronavirus no será la "terrible" recesión económica que nos están anunciando a los cuatro vientos, en otra jugada para ir preparando el terreno. Infundir el miedo es la mejor manera de seguir recortando derechos civiles básicos sin que casi nos demos cuenta. En occidente hace años que las guerras no se hacen con bombas, y que la esclavitud se ejerce sin necesidad de cadenas físicas. Y gran parte de la responsabilidad es nuestra...