Un par de días después, el viernes, llegué al trabajo. Estuve todo el día allí, aunque no coincidí con ella más que un momento en el balcón con más gente. Cuando ya nos íbamos, coincidimos en el pasillo, y le pregunté cómo estaba y si había acabado la mudanza. Y me respondió de manera muy seria y seca, medio nerviosa, y casi sin pararse. Le pregunté si iba para el barrio para ir juntos, y me respondió con un "no" que sonó tan tajante como falso. Volví en bus, y estuve todo el camino rallado, intentando averiguar qué le pasaba. Al llegar a casa le envié un whatsapp preguntándole si estaba bien y diciéndole que la había notado rara, y aunque un rato después lo había visto, no me contestó. Me fui para una fiesta de cumpleaños medio rallado, y empecé a pensar que había leído el poema, se había sentido aludida, y se había cabreado conmigo. Estuve toda la fiesta mirando el tf por si contestaba, pero nada. Volví paseando a casa para intentar aclararme las ideas, y pasé junto a su casa, con cero ganas de encontrármela. Y pensé que quizás no debería haber compartido el poema y me lo tendría que haber guardado para mi. Y así me fui a dormir, dándole vueltas a la cabeza y pensando para mi que la había cagado.
Al despertarme a la mañana siguiente, tenía un breve whatsapp suyo, respondiendo a mi pregunta de si estaba bien: "No, estoy molesta". Le respondí diciéndole que imaginaba el por qué, y le insté a encontrar algún momento durante la jornada laboral para hablarlo con calma. Ignoró el whatsapp todo el día, igual que me ignoró a mi. Buscó una excusa para no bajar a hacer el café junto con otros compañeros como hacemos siempre, y me esquivó en todo momento. Ya súper rallado, le envié otro mensaje pidiéndole que me esperase antes de irse, y me contestó ipso facto diciendo que había quedado y no podía y que en otro momento. Le volví a decir de vernos y hablar al día siguiente, y que dejara de hacerse mala sangre ella sola, que cuanto antes lo habláramos, antes lo arreglaríamos. No hubo respuesta. Me fui a otra fiesta de cumpleaños con ganas de beber, pasármelo bien y olvidar, y así lo hice.
Ya el domingo, ella estuvo fuera toda la mañana y llegó tarde a comer, justo cuando bajábamos a hacer el café. Volvió a quedarse arriba. Tampoco vino a la merienda por el cumpleaños de un compañero, y se quedó en su ordenador mientras los demás celebrábamos el susodicho aniversario. Y minutos antes de tener que irme yo hacia arriba, fui a buscarla a su sitio y le insistí de hacer unas cervezas al salir y hablar. Super nerviosa, con una cara desencajada, me dijo que no, que no tenía nada de qué hablar, y que asumiera de una vez la situación. Le dije que ya la tenía asumida y que charláramos con calma, y siguió con que no quería hablar. Lleno de rabia, le hice un gesto como de mandarla a paseo, y no la envié a la mierda de palabra porqué había más gente allí y nadie sabe nada de nuestra historia. Me fui a hacer mis tareas súper encendido, y pensando en todo lo que le diría vía mail por la noche al llegar a casa. Me parece ultracutre no poder hablar cosas así cara a cara y tener que escribirlo, pero no me dejaba más alternativa, así que de madrugada, después de cenar, le escribí un megamail diciéndole que intuía que suponía que se había cabreado por el poema publicado, le expliqué cómo fue todo y que no pensé que si lo leía le podía afectar o hacer daño, y le pedí disculpas. Asimismo, también le recriminé su actitud durante todo el fin de semana, y su falta de confianza demostrada una vez más por el hecho de no haberme dicho nada y haberse pasado toda la semana rallada sin yo saberlo. Y le dije también que no entendía su negativa a darme la oportunidad de explicarme y de escucharla en persona, como arreglan las cosas las personas adultas, y también que su actitud me parecía injusta, fuera de lugar, e incluso infantil.
Esta mañana tenía respuesta vía whastapp, donde me preguntaba si de verdad pensaba que su cabreo venía por el poema, y me decía que en realidad era por haber tenido que decirme que no una vez más tras haber hablado lo que había por su parte hace ya unos meses. Y yo he flipado. Porque cuando le dije si me invitaba a subir me respondió amablemente y con una sonrisa que no hacía presagiar que le hubiera sentado mal el atrevimiento. Porque le escribí al día siguiente y no me dijo que estuviera molesta. Porque estuvo 5 días rallada y no tuvo suficiente confianza en mi para decirme nada. Porque compartimos espacio todo el viernes y no me dijo nada, y si no es por el encuentro casual a la hora de salir, ni me hubiera dado cuenta de que estaba de morros conmigo. Por su actitud de esquivarme, ignorarme y no querer hablar durante todo el fin de semana. Y porque encima se cabree por pensar que se había enfadado por el poema, como si yo tuviera que adivinar lo que pasa por su cabeza en cada instante.
Indignado, le he contestado precisamente eso: que si no me dice las cosas, yo no puedo adivinarlas. Y le he dicho que todo sería mucho más fácil si hubiera voluntad por su parte de hablar y aclarar las cosas. Y que puede estar tranquila, porqué tengo asumidísima la realidad y no me va a tener que decir que no nunca más. Y que me parecía patético estar haciéndonos reproches vía mail o whatsapp viviendo a 5 minutos. Y ha vuelto a contestar diciendo que si no entendía su cabreo, qué le vamos a hacer. Y que me parezca lo que me parezca, no quiere hablar del tema. Y que lo dejemos aquí.
Y ahí lo he dejado, porque la habría enviado a la mierda por su actitud esquizofrénica y cobarde. No tengo nunca problemas en admitir mis errores y pedir disculpas cuando hace falta si veo que me he equivocado. Pero aquí lo único que veo es alguien que se ha obcecado en una actitud completamente inmóvil, caprichosa e incomprensible. Intento hacer autocrítica y empatizar con su queja, pero no veo por donde entenderla o argumentarla. Intento comprender su actitud durante toda esta semana, y no veo más que un cúmulo de despropósitos y errores. Y ya no sé si es que lo hace expresamente porque quiere que la odie para olvidarme de una vez de ella, o si se ha vuelto tarumba. Hasta dudo de si eran verdad las pestes que me dijo hace meses sobre un compañero del curro con el que tuvo una aventura y con el que aparentemente acabaron fatal (aunque ahora se vuelven a hablar con toda normalidad).
Me siento confuso, ingratamente sorprendido, indignado y cabreado con ella. Y, por supuesto, ahora mismo tengo cero ganas de ir con ella lo dos días que íbamos a ir juntos al Primavera Sound que ha empezado hoy. Cuanto más conozco a las personas más deseo la extinción de la raza humana.