Volviendo a mi necesidad de vivir días para mi mismo, puede ser necesidad de reafirmación de la propia autosuficiencia. O necesidad de un descanso de socialización con los demás, sus problemas, o los conflictos que comporta la relación con otras personas. Y también la necesidad de comprobar que marco los tempos de mi propia vida, y que decido si quiero estar o no con los demás, si contesto a un whatsapp ahora, más tarde o mañana, o si ceno en este momento o después de ver dos capítulos de 'Penny Dreadful', por muy tarde que sea para los horarios convencionales que nos quieren imponer desde fuera. "Te amaré por lo que eres, no por lo que los demás quieren que seas", dicen en uno de los capítulos que he visto hoy, antes de acabar la tercera y última temporada de la serie. Me ha gustado esa frase. Me ha hecho pensar en la cantidad de presiones que recibimos a diario para moldearnos, domesticarnos, persuadirnos u obligarnos a hacer cosas que realmente no queremos o que nos llevarán a ser personas distintas a las que realmente somos o aspiramos a ser. Es una batalla diaria intentar ser tú mismo. Luchar por hacer tu propia vida, a tu manera, por mucho que choque con las convenciones sociales de esa clase media mayoritaria que siempre se burla e intenta menospreciar o extinguir a las minorías o a los que se atreven a vivir diferente. A ser individualistas, vaya. Puro miedo e ignorancia. Siempre me he sentido parte de ese grupo de personas que nada a contracorriente, por muchos sacrificios que comporte. Me gusta sentir que hago lo que quiero, si bien no es del todo cierto. La libertad es un concepto muy relativo, y que daría para muchas horas de charlas y discusiones.
Tras toda la vorágine emocional y sexual desde que volví de vacaciones, parece que últimamente me he instalado en una relativa serenidad. Sí, es muy atrevido usar esa palabra en el dEsoRdeN, pero me tomo la libertad de hacerlo ni que sea por comparación con periodos anteriores. Parece que con el paso del tiempo haya aprendido a gestionar mejor situaciones, oportunidades, ausencias o urgencias históricas. Supongo que la edad te va acorazando con capas y capas de escepticismo y prudencia, y aprendes a relativizar lo que antes eran grandes dramas personales. No creo que pierda nunca esa parte de mi esencia romántica y apasionada, pero por momentos parezco más capacitado para domesticar a los caballos furiosos y desatados. Acabarán por galopar descontrolados otra vez, antes o después, pero al menos logro contenerlos durante más tiempo. Parezco abocado a amores imposibles, terribles, malditos, mutilados, incompletos... y aunque eso provoque dolores y vacíos, uno hasta acaba acostumbrándose. El hábito acaba amortiguando las consecuencias. Si hubiera nacido antes, quizás podría haber salido en una novela de Wilde o en un disco de los Smiths. Pensarlo me ayuda a darle cierto misticismo romántico y transcendental a mi insignificante tragedia personal. A mi, como al personaje de la serie antes referida (y que es mi personaje preferido de la historia de la literatura), también me han atraído siempre los seres rotos, extraños o incompletos. Pura empatía, supongo...