No plans are best plans. Ausencias de aeropuerto. Muelas culpables. Habitaciones para 2 a precio de 1. Pizza ejército de salvación. Chicas que buscan su sitio, se bajan del tren y se suben al dEsoRdeN. Edades inventadas en su inquieta mente chocolate-naranja. Los ángeles tienen sexo y cerebro, y en algún caso de más cilindrada de la que se le supone. ¿Descubrirá alguien algún día el secreto de su longeva juventud? Batería de calabazas para poner en duda tu adorada improvisación. Filetes Verónica y copas de vino. Chupitos-tentación y sonrisas opacas entre visillos translúcidos.
Morfeo suda y a ti ya te está bien. Suena un organillo y centenares de personas ponen a prueba su paciencia a cambio de la gran ilusión que les vende Doña Manolita. Vaquerizo y Alaska son el punto y la I, mientras la gente se gira y dice 'qué tapón'. Remontas Espíritu Santo en busca de sonidos añejos, pero incluso lo vintage tiene horarios que cumplir. Comidas chinas, sms yankees, y compañías castizas. Descubrir La Realidad, y sus muñequitas de cinturas perfecta y pelo souflé. Casi como el de E-Chicana, que llega cargada. Maleta a la habitación, one-hour-shower, y deliciosas alitas en El Chamizo. Recomendación bellotera, reencuentros belloteros. Desvirgarme en clásicos como La Via Láctea o el Garaje Sónico. Maldito Jaggermeister. Multitud de risas entre la niebla. I'm sober but I'm a drunk, y mejor nos vamos a dormir.
Dormir con avaricia. Despertar de zombies. Comida de zombies. Restaurante castizo. Hoy la Reina Sofía no cobra. Arte hasta la extenuación. Ante la extenuación, siesta time. Why Not? Reencuentros felices para puntear al mal karma. Reencuentros frustrados. Chino exquisito, y una groupie zumbada en el Louie Louie. En prevención del cuchillo que pueda sacar en cualquier momento, mejor cambiamos de tarao y nos subimos con Taxista Fitipaldi. Si el estómago aguanta el trayecto, aguantará lo que le echen. Mi Madre Era Una Groupie, y yo que lo celebro. Copas, bailes y flashes de colores. Paseos, kebabs y fin de fiesta. Complicidades, juegos de niños y fronteras traspasadas en colchón individual. Las últimas noches siempre tienen sabor agridulce...
...y agridulce es el sabor también de las despedidas. Y más, las transoceánicas. Fotos 'Sad Face' en el metro, canciones granaínas y la extraña sensación de soledad cuando te vas hacia un aeropuerto tras días de sobredosis de gente. Te duermes en el metro, te duermes en el avión, te duermes en el tren. Dejar maletas, comer pizza, coger entrada. Te marean de punta a punta de la ciudad para cambiar una entrada por una pulsera. Exquisitos Vetiver; sublimes Fleet Foxes. Salchichas de madrugada, párpados colgantes, piernas que se caen a cachos, pero dos pensamientos en tu cabeza: me encanta Madrid, y me encanta la vida que llevo. Seguramente será porqué está llena de cosas sin sentido...