Estoy a pocas horas de volver a ser un esclavo. Un prostituto de mi tiempo libre, eso que tanto difruto cuando lo tengo. Como en este último mes. Pero mañana domingo será el peor día del año, como pasa una vez cada 365 jornadas. Aunque me he propuesto no deprimirme, y para eso siempre tengo una aliada infalible, que me entra por las orejas y me remueve toda el alma de arriba a abajo, de izquierda a derecha, y del píloro al esternón.
De aquí a un rato me iré a dormir en mi recién estrenado colchón de látex, y que me he decidido pillar por 3 motivos: el descuento del 50%, el chicle predecesor sobre el que reposaban mis huesos y que ha vivido tantas noches sin dormir en estos últimos 4 años (si los colchones hablaran...), y el finiquito que me tienen que pagar esta semana. No es que me echen de mi trabajo, sino que nos cambian la empresa externa que nos paga por otra con condiciones a la baja. ¿O acaso os pensábais que en la empresa pública no hay chanchullos para trincar a costa del trabajador? Ja! Pero como uno en la vida ha aprendido a ser práctico y a mirar sólo el HOY (el mañana no existe), pues se toma esta pasta extra como un sobresueldo a invertir en su propio bienestar. Y eso ahora mismo tiene forma de colchón, disco duro externo y, probablemente, de Ipod (que a estas alturas, y con los vicios sónicos de uno, no se puede ir un con un ridículo mp3 de 1G por el mundo). Aunque este año me hayan robado las estaciones de paso que tanto disfruté y sufrí la pasada temporada. Porqué viajar por curro es superpesado, pero aunque parezca contradictorio, era el gran aliciente de mi trabajo. Pero espero escaparme por mi cuenta a sitios fetiche como Pamplona, Madrid o, por supuestísimo, Almería... jeje
Y nada, que hoy no salgo porqué ya lo hice ayer y mañana sonará el despertador. Maldito invento retorcido de tortura humana. El lunes quedé con la Tica P en la dinámica habitual de cena + sexo, y me explicó que en un mes se vuelve a Costa Rica. Y mi reacción es contradictoria. Claro que es una lástima, porqué en estos momentos de mi vida me encuentro cómodo en esta relación de diversión compartida sin compromiso; pero lo cierto es que tampoco me supone un drama doloroso que me vaya a costar superar, porqué consciente o inconscientemente, mi implicación emocional con ella ha sido prudentemente distante. Me gustaría ir a verla a su tierra el año que viene, pero sé que difícilmente me enamoraría nunca de ella. ¿Armadura autoprotectora? ¿Cinismo por mis últimas experiencias? ¿O simplemente que somos diferentes y ya está? Y a todo esto, una antigua J (nos cruzamos con ella en mi barrio, ¿recuerdas Nena?) se ha puesto muy pesadita últimamente para quedar conmigo, por muchas largas que le vaya dando yo. Y, tenía que salir, la A lombarda continua con su tobogán de comportamientos autodestructivos, y unos días me escribe un mail y otro y otro, y otros días me ignora por completo. Unos días la convertiría en la mujer de mi vida, y otros la tiraría por un barranco 30 veces.